Viladecans, pueblo/ciudad, campaña con tufo electoral
Es un pueblo porque no hay cine donde poder ir. Es ciudad porque la contaminación de algunas fábricas que ahora darán un pelotazo ha contaminado y siguen contaminando el cielo.
Hay que ver como de animado se ponen los pueblos y ciudadanos cuando hay elecciones municipales. Parece que se acaba el mundo, prisas para hacer cosas, inversiones, obras, ayudas y campañas publicitarias, legales, sí, pero no éticas y que no pasan desapercibidas por mucho que sus autores intenten justificarlas
Hace pocas fechas, el ayuntamiento de Viladecans ha llenado las principales vías, la que tienen más visibilidad para las personas, de banderolas, carteles y anuncios sobre la nueva imagen de Viladecans. Entre otros eslogans están "somos pueblo somos ciudad". Una nueva marca en plenas elecciones que ha sido por casualidad, no porque estuviera planificada. ¿No podían haberla presentado en el 2018, o después de las elecciones? No, tiene que ser ahora. ¿Motivo? En blanco y en botella, leche: campaña electoral pura y dura, gastarse dinero que puede llevar a otro tipo de interpretaciones. ¿Ética?, ¿la han guardado en los bolsillos o en los cajones?
Entrando de lleno en lo que significa pueblo/ciudad, vamos a analizarlo. Es ciudad porque cumple con el número de habitantes para considerarla como tal. Es ciudad porque como podemos comprobar hay grandes edificios que desdibujan la imagen que todos teníamos de Viladecans a su paso por la autopista. Es ciudad porque la contaminación de algunas fábricas que ahora darán un pelotazo ha contaminado y siguen contaminando el cielo de la ciudad y afecta a la salud de las personas. Es ciudad porque hay pocos espacios, sin cobrar, donde puedan aparcar sus coches los ciudadanos. Es ciudad porque la policía local multa en exceso.
Es un pueblo porque todos se conocen y es muy familiar, como se demuestra en que en el ayuntamiento trabajan muchos familiares, amigos y "conocidosE de los que gobiernan. Los hay que entran por méritos propios, son los mínimos. Es un pueblo porque no hay cine donde poder ir y si quieres ver las películas de estreno, hay que irse al pueblo de al lado Gavá para hacerlo. Por cierto, con menos habitantes, Gavà dispone de este equipamiento cultural.
Es un pueblo porque todavía el barrio de Albarrosa tiene el encanto de los postes de la luz, el teléfono y la accesibilidad por sus aceras es total. Las personas con movilidad reducida no pueden utilizarlas y eso que es la zona donde hay cuatro residencias para las personas mayores. Es el encanto del pueblo.
También es una combinación de pueblo/ciudad el barrio de la Taixonera, donde se ha construido el edificio de la vergüenza al lado del modelo pueblo que es Albarrosa. Un contraste calificado de pegote monumental. Es pueblo porque Viladecans es la que tiene más espacio del parque agrícola de Viladecans, donde ha ido desapareciendo los espacios de cultivos con la mirada puesta en recalificaciones para seguir transformando el pueblo en ciudad y donde Laporta y compañía, siendo presidente del F.C. Barcelona compraron los famosos terrenos del finiquitado proyecto de campo de golf, con unos precios elevados y unos cuantos millones que no se saben dónde fueron a parar, seguro que a la Multra no.
Viladecans, pueblo/ciudad, una iniciativa con cierto tufillo de campaña electoral para favorecer a los que gobiernan...
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