La banca da un nuevo aire a Celsa con una nueva millonaria línea de financiación

La banca ha decidido otorgar un voto de confianza a Celsa, la siderúrgica catalana que recientemente ha cambiado de propietarios tras la salida de la familia Rubiralta. Según OKDiario, un grupo de bancos, entre los que se encuentran Santander, CaixaBank, BBVA, Sabadell, Abanca y Kutxabank, ha concedido a la empresa una nueva línea de financiación por un total de 200 millones de euros en forma de factoring. Este mecanismo permite a Celsa recibir anticipos sobre las facturas pendientes de cobro, lo que le proporcionará liquidez para impulsar su actividad. Esta operación se produce en el contexto de una inminente ampliación de capital de 166 millones de euros anunciada por los nuevos dueños.

El nuevo crédito es un claro indicativo de la confianza que el sector bancario tiene en la recuperación de Celsa. A diferencia del anterior sistema de financiación, este factoring es sin recurso, lo que significa que en caso de impago, la deuda se reclamará directamente al cliente de Celsa y no a la propia empresa. Esta estructura refleja una mayor seguridad en la estabilidad futura de la compañía, que se encuentra en una nueva etapa tras la reestructuración de su propiedad.

La ampliación de capital de 166 millones, que deberá ser ratificada en una junta de accionistas el próximo 28 de octubre, se realizará en dos fases. La primera fase consistirá en una aportación inmediata de 81 millones que se destinarán a inversiones y mejoras en las operaciones de Celsa en España. La segunda fase, que aportará 85 millones adicionales, se enfocará en las filiales de la compañía en Polonia, Noruega y Reino Unido. Este compromiso de los nuevos accionistas con la empresa es visto como un factor clave para el respaldo bancario.

La situación de la familia Rubiralta, anterior propietaria, fue drásticamente diferente. A pesar de contar con una significativa deuda de 3.500 millones de euros, la familia no pudo aportar capital adicional para renegociar con los acreedores y evitar la conversión de bonos en acciones. Al final, los acreedores, liderados por Deutsche Bank, tomaron el control de la compañía, dejando a los Rubiralta sin participación significativa.

El cambio en la propiedad fue aprobado por el Gobierno español bajo la condición de que Celsa mantuviera su sede y empleo en España. Aunque se exploraron posibles socios nacionales, ninguno se mostró dispuesto a involucrarse, lo que llevó a que los nuevos propietarios, compuestos por varios fondos de inversión, designaran a Rafael Villaseca y Jordi Cazorla para liderar la empresa en su nueva etapa.

Con esta reestructuración, Celsa espera salir de la crisis que enfrentaba, confiando en que la nueva dirección y el respaldo financiero permitan recuperar su posición en el mercado siderúrgico. La confianza de la banca y la reciente ampliación de capital son pasos significativos en la dirección correcta para la recuperación y sostenibilidad de la compañía.

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