Twitter: @pressdigital |
Manuel Fernando González Iglesias |
Ser periodista en estos tiempos es difícil, incluso más que en la Transición, que ya me cuesta reconocerlo, y eso es así porque aquí, en Catalunya, estamos siendo rodeados y acosados por un peligroso grupo de fanáticos.
Ha sido un debate que ha abierto el curso político a tortazo limpio y que tras una semana de terror y dolor ciudadano, seguido inmediatamente de una amenaza secesionista, nos hace pensar que "lo peor" aún está por venir.
Como ciudadano me preocupan tipos como Jaume Roures, que desde la sombra del poder propicia pactos políticos increíbles mientras que en la sala contigua negocia con los islamistas que financian compras imposibles.
Me gustará ver, aunque sea por última vez, a todo el mundo en la calle con el corazón roto, en silencio indignado, contra quienes nos han querido privar de seguir paseando pacíficamente por las Ramblas.
Está claro que Forn, que sabe distinguir muy bien en plena tragedia entre muertos catalanes y españoles, nos va a tratar de convencer ahora de que, unos agentes a los que se les han negado medios tan imprescindibles como chalecos antibalas o uniformes para su trabajo diario, son ya los más mejores del mundo mundial porque lo dice un político que no tiene ni idea de lo que es la seguridad ciudadana.