Lo surrealista de la cuestión es que partidos como el PDeCAT y ERC sucumban a los deseos de unos expertos en las 'okupaciones', los escraches, las "batallas" callejeras, pero inexpertos en política.
Por lo que he leído y escuchado en las últimas horas, la sensatez ha desaparecido de la política catalana o, tal vez, ha sabido esconderse en algún lugar incógnito, del que podría salir en algún momento del proceso electoral que va a ponerse en marcha. Tras la decisión de la CUP de ser coherente con su ideología y decir que no a la candidatura de Artur Mas, este lógicamente se lo ha tomado muy mal y ha decido no quitarse de en medio y presentarse de nuevo para que lo elijan, bien en otra lista unitaria o bajo las siglas de Democracia i Llibertat, que sería lo deseable para saber con qué apoyos cuenta.