Esas diferencias ideológicas no impiden que dos regidoras, una con resposabilidad en el gobierno de Carlos Ruiz y la otra no ¿si?, se fueran juntas, en plena jornada laboral de la “responsable” municipal, a embellecerse las uñas, como suelen hacer las mujeres que trabajan en la empresa privada. Es una necesidad imperiosa que no pueden evitar.Hay que quitarse las cutículas, los padrastros y pintar las uñas de esos dedos tan hacendosos, castigados por las teclas del ordenador del que sale humo de tanto trabajar.