Las interioridades de los partidos políticos son como la parte de atrás de los escenarios de un teatro. Solo los que trabajan en esa zona saben realmente cómo se manejan los hilos de los cambios de decorados. Los espectadores que asisten al espectáculo, ven a los actores dentro de los decorados, sin saber cómo en un segundo se puede transformar una escena en otra gracias a determinadas personas que no se ven. Es la magia del teatro, de los actores que interpretan cada uno la parte del guión que le corresponden, con especial interés en los actores principales, sin menospreciar a los secundarios, Aunque el reconocimiento suele ir para los artistas que ya han conseguido la etiqueta de estrellas.
En política, los intríngulis entre bastidores son los hilos que mueven las escenas, con filtraciones interesadas a los medios de comunicación, según convenga. Es la gran obra de la política y sus actores principales.
En la presentación “oficial” de Yolanda Díaz - en calidad de vicepresidenta del Gobierno- , en su intervención en la moción de censura presentada por VOX, a nadie se les escapó que era su primer míting, su pistoletazo de salida como cabeza de lista de Sumar, con o sin Unidas Podemos, y por supuesto sin primarias - que conoce bien como las prepara Pablo Iglesias ,con el que ha roto peras-. Díaz tiene muchos defectos, pero el de ingenua y confiada no. Sabe mucho de conspiraciones, deslealtades y cambio de siglas cuando lo considera beneficioso para ella. Si no que se lo pregunten a unos cuantos compañeros y políticos gallegos, entre ellos Xosé Manuel Beiras, quien después de romper con su partido el Bloque, creó Anova y aglutinó un grupo de formaciones políticas de izquierda: Alternativa Galega de Esquerdas (AGE).
La fórmula de AGE se presentó a las elecciones autonómicas de Galicia del 2012, con un gran éxito al conseguir 9 escaños y posicionándose como la tercera fuerza política, por encima del Bloque. Las cosas no fueron bien por la ambición desmesurada de Yolanda Díaz, quería controlar AGE. En ese punto se produjo la ruptura de Beiras y Díaz, dando origen a un movimiento “social” denominado Las Mareas que en las elecciones municipales del 2015 consiguieron las alcaldías de A Coruña, Santiago y Ferrol. Este” fenómeno “político le sirvió a Yolanda Díaz como trampolín para su carrera política dirigida a Madrid. Pero la cosa no terminó ahí, si no que de nuevo se produjo la ruptura que dio origen a Galicia en Común, plataforma con la que en las elecciones generales del 2019 Yolanda Díaz entraba en el Congreso . De ahí, con el gobierno de coalición de PSOE y Podemos, llegó a formar parte del Gobierno de España, casi nada.
Con su llegada al consejo de ministros, Díaz cambió su imagen, su forma de vestir y hasta su peinado: una estética totalmente opuesta a la de sus compañeras podemitas -quienes un año después imitaron a la gallega- debía marcar perfil propio, lo hizo. Su discurso también: amabilidad, flexibilidad, dulzura en su forma de hablar, pero firmeza. Una mezcla que desconcierta. Ese estilo de hacer política la ha catapultado a ser una de las ministras mejor valoradas y le ha subido el ego.
Con la marcha del gobierno de Pablo Iglesias y la designación a dedo de Yolanda Díaz como candidata a las próximas elecciones generales por el propio Iglesias sin contar con primarias, ha traído las ”diferencias” con Belarra y Montero que le tienen puesta la proa, con la inestimable ayuda del propio Pablo Iglesias, que cada vez que puede arremete contra ella. Es una guerra por controlar la candidatura de Sumar que es como se llama el nuevo proyecto político - ¿Cuántos van ya?- de Díaz, que está dispuesta a dejar fuera a las Podemitas. No las soporta aunque en política no hay nada cierto.
Con este panorama y el anuncio de Yolanda Díaz y su equipo de presentar el próximo domingo Sumar, los nervios y el juego sucio se han desatado en el partido de Pablo Iglesias que quiere - puede pasar de primarias- los primeros puestos para el dúo Montero y Belarra. Propuesta que no convence a la líder de Sumar, que tiene su hoja de ruta trazada y parece que no está dispuesta a salirse.
Las elecciones del 28-M serán un termómetro para conocer los resultados que puede conseguir UP tras la aplicación de las leyes polémicas salidas del ministerio de Irene Montero, que según parece le pueden pasar factura. Díaz no quiere que se la vincule con ellas, por eso marca distancia. Con ellas, pero también, con Pablo Iglesias, al que detesta.
Hay una frase gallega que seguro le habrá dicho Yolanda Díaz más de una vez en los últimos tiempos a Pablo Iglesias: “Amiguiños, si, pero a vaquiña polo que vale”. Creo que no hace falta traducción porque se entiende perfectamente. Pués así están las cosas entre los dos políticos.
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