Posterior a cualquier celebración: bodas, aniversarios, incluso entierros, aparece un estado llamado resaca. A cada persona le afecta de manera diferente. La reacción, por humana, no siempre es igual, cada persona es un mundo, aunque haya un mundo para todas las personas. En política, la resaca después de unas elecciones depende de qué haya llevado a la misma: el que consigue el triunfo, la resaca está impregnada de éxito, felicidad. En cambio, a los que ha tocado eso que se llama derrota, la resaca conlleva fracaso y resentimiento hasta locura. Los éxitos son alegría, celebración; las derrotas amargura y en algunos casos sed de venganza. El ser humano no está preparado para las derrotas, las lleva muy mal y en algunos casos la victoria también.
La resaca tras la elección del nuevo alcalde de Barcelona, que finalmente, como todos conocen, ha sido el socialista Jaume Collboni, provocó un estallido de borrachera entre los que habían vendido la piel del lobo antes de cazarlo, las que pensaban que tenía todo el derecho del mundo a seguir sentada en la poltrona y los que finalmente consiguieron desbancar a unos y otros. Son cosas de la política que se deben aceptar con la misma expresión física y verbal cuando se gana o cuando se pierde. Las personas son, entre otras muchas cosas, un conjunto de sentimientos que muy pocos son capaces de controlar.
Después de lo vivido el sábado en la histórica sala del Consell de Cent, en la que algunos políticos no supieron digerir “la derrota”, cuarenta y ocho horas después, Ernest Maragall seguía tan enfadado como ese día. Su reacción que así lo demuestra ha sido la de este lunes, que, en rueda de prensa, acompañado del presidente de ERC, Oriol Junqueras, afirmaba que “el sábado constatamos que cuando Cataluña vota, el Estado español veta". Lo ha dicho y se ha quedado tan tranquilo, como si la gente fuera idiota. ¿Cómo califica lo sucedido en Girona? Donde la candidata del PSC, partido ganador de las elecciones, ha sido apartada por Junts y ERC tras el pacto con la CUP para cederle el cargo al cupaire Lluc Salellas, hijo de una buena familia de Girona, y los socialistas no han montado el número. Para Maragall, lo de Girona no es un ataque a la democracia, ni forma parte de las cloacas de determinados partidos políticas y algunas instituciones. Cloacas las tienen casi todos: algunas se acaban descubriendo y otras no.
Como Maragall se ha convertido en una víctima - el resultado electoral ha sido demoledor- por el complot del Estado Español que es como un demonio con cuernos rojos, el señor Junqueras, perdón, la ejecutiva del partido republicano, ha decidido premiar a Maragall y anuncia que irá de número dos en la lista del Senado: ¿Será para quitárselo de encima y que de la matraca en Madrid? Podría ser. Porque por mucha vitalidad que tenga Maragall, la edad no perdona y 80 años son muchos para como dice compaginar senado - si sale elegido- y ser a la vez el líder de ERC en el ayuntamiento. No podrá hacer las dos cosas. Lo que le han dado es una patada hacia arriba envuelta en papel de celofán y con lacito rojo incluido. Lo malo del asunto es el mal perder que tienen y al que le acompaña el propio Oriol Junqueras, que “odia“ a los socialistas como ha venido dando muestras estos años. Escribía el escritor, Carlos Ruiz Zafón que “a veces, contar la verdad no es buena idea”.
Mientras Xavier Trías, tras el calentón del sábado, después de descansar, reflexionar y de haber definido el episodio del sábado como una injerencia del Estado y el “nuevo 155”, ha avalado un pacto en la Diputación de Barcelona, que gobierna con los socialistas y un acuerdo también en el AMB, donde también forman parte de la junta de gobierno, junto a los republicanos, socialistas y los comunes de Ada Colau. En esta institución metropolitana no hay cloacas ni le hacen asco a gobernar con los socialistas. Son de esas operaciones en las que prefieren mirar para otro lado ¿Por qué será?
La resaca se produce cuando alguien bebe demasiado no solo alcohol, sino vanidad y soberbia. Cantaba Joan Manuel Serrat: “Y con la resaca a cuestas vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas.”, y la política a su condición de servicio para unos cuantos.
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