La falta de dinero entorpece las inversiones previstas por los nuevos propietarios de Celsa

El grupo siderúrgico Celsa experimenta una transformación significativa en estos momentos. El plan de reestructuración de la empresa se finalizó el pasado viernes 1 de diciembre después de que el grupo de fondos acreedores tomara el control de la compañía, representando aproximadamente el 70% de su deuda. En esta nueva fase, la escasez de liquidez podría dar lugar a la posibilidad de que no se lleven a cabo todas las inversiones planificadas.

Tras el cambio de propietarios, la recién nombrada dirección de Celsa, encabezada por el presidente Rafael Vilaseca y el consejero delegado interino Sergio Vélez, se reunió con los representantes sindicales de UGT y CCOO para introducirles la nueva estrategia empresarial.

En la reunión, se les informó a los participantes que, a pesar de su objetivo de revitalizar la empresa, la cantidad de fondos actualmente disponibles dificultará la continuación de muchas de las inversiones planificadas.

Las fuentes sindicales indican que, a pesar de esto, los trabajadores se sienten algo tranquilos, ya que la reunión transcurrió de manera amistosa y se les aseguró que la intención de los nuevos gestores es revitalizar la empresa, adquiriendo y respetando los compromisos establecidos por el Gobierno.

A pesar de la tranquilidad expresada, el comité de empresa también afirma que estarán atentos para evaluar si las expectativas son positivas. "Somos conscientes de que la entrada de fondos siempre es un proceso gradual. El camino se descubre caminando, y estaremos presentes para observarlo", añaden.

Además, la dirección de la empresa siderúrgica confirmó el despido de Francesc Rubiralta, que tuvo lugar el pasado 4 de diciembre, una decisión que ya se conocía desde hace semanas. Hasta ese momento, Rubiralta había ocupado el cargo de presidente y representante de la familia fundadora y antigua propietaria del grupo.

Los nuevos responsables de Celsa enfrentan el desafío de revitalizar la empresa, que tiene una deuda aproximada de 4.000 millones de euros. No obstante, también resaltaron el hecho positivo de que se haya aplicado una reducción de 1.450 millones de euros a la deuda acumulada.

Ahora que los fondos han adquirido el control de Celsa, el grupo industrial se encuentra ante el desafío de asegurar la continuidad de sus aproximadamente 10.000 empleados, perseguir su objetivo de producir acero de manera circular y con bajas emisiones, y aspirar a liderar la producción de acero verde a partir de chatarra mediante el uso de energía renovable.

La industria siderúrgica en Europa enfrenta una desaceleración prolongada debido a las condiciones económicas globales. Las perspectivas macroeconómicas desfavorables, combinadas con la lenta recuperación de China, que aún no logra superar completamente los efectos de la pandemia de la Covid-19, han resultado en una disminución en la demanda que impacta el consumo de materias primas.

En este contexto, la nueva dirección de Celsa ha informado a los sindicatos que, a pesar de dos años excepcionales, el sector siderúrgico experimenta una contracción con una disminución en el volumen de ventas. Aunque Celsa enfrenta limitaciones financieras que complicarán la ejecución de muchas inversiones programadas, la consideran viable y han aceptado el desafío de liderarla, según indican los sindicatos sobre las intenciones de la nueva gestión.

Las perspectivas son alentadoras. Según el informe de la Asociación Mundial del Acero (Worldsteel) sobre la demanda de acero 'Short Range Outlook (SRO)' para 2023 y 2024, se espera un repunte del 2,3% alcanzando 1.822,3 Mt en 2023. Además, se proyecta un crecimiento del 1,7% en 2024, alcanzando 1.854 Mt, a pesar de que las tasas de interés elevadas seguirán ejerciendo presión. Para el próximo año, se anticipa un aumento en el crecimiento en la mayoría de las regiones, a pesar de una desaceleración en la economía china.