El 28-A, olvídense de los ídolos y vuelvan a meter la papeleta en la urna, si les parece, con una sonrisa en los labios, como si estuviéramos en los primeros tiempos de la Transición.
Aun hoy sobreviven políticos que ven España de una sola forma y nos tratan de llevar a la calle a confrontarnos los unos contra los otros.
Una buena comisión técnica independiente nos dejaría a todos más tranquilos pensando que aquí nadie es responsable de un fraude.
Madrid vuelve a donde solía mostrándose como la capital de Estado menos progresista de Europa, ya que la ultraderecha gana un terreno electoral muy significativo, mientras la derechona y la derecha vergonzante disfrazada de neoliberal se deja aprisionar.
El 13 de enero hubo momentos de tensión entre activistas antifascistas y varios simpatizantes de Vox en el campo de fútbol El Gornal.
El PP de ahora es el triste epílogo de una política en plena decadencia. Y como no logramos salir del pozo, solo cabe exclamar aquello que decía el cura que me bautizó: Dios no coja confesados.
Si alguna idea sintetiza bien el pensamiento xenófobo, machista y antidemocrático de Vox es la de la Reconquista de España.
Los dirigentes de Ciudadanos, con un discurso que nadie se cree, repetían que no están negociando con VOX, sino con el PP.
Para unos será azul-oscuro, para otros azul-falange, para muchos azul-cantábrico y para los que vienen, sin lugar a dudas, azul-Vox.
La irrupción de Ciudadanos en el panorama político español resultó, a priori, una bocanada de aire fresco, con un joven Albert Rivera dispuesto a comerse el mundo.
El concejal no adscrito de Viladecans y que se describe a sí mismo como "anarquista" entró en el gobierno municipal por Ciudadanos y ahora se fotografía con la gente de VOX Gavà.