El Doctor Luis Moreno, profesor de Investigación del Instituto de políticas y bienes públicos, acaba de publicar en este diario un gran artículo sobre la controvertida figura del Relator que ha provocado un auténtico tsunami en los dirigentes de la derecha española, y también una agria polémica en las filas del PSOE que se oponen a la línea concesionista del Presidente Sánchez.
La receta del Profesor Moreno es muy sensata, y su definición de la figura del relator académica. Nada que ver con lo epítetos de felón, traidor o quiero que se convoque el Consejo político de mi partido, que han manejado diversos protagonistas en las últimas horas. Al periodista solo le preocupa una cosa que tiene mucho que ver con la historia contemporánea del Reino de España: La desmedida ansia que han padecido, y ahora reeditan, las derechas económicas por salvarnos a los ciudadanos de los males que ellas dicen que nos aquejan, en nombre de la patria, la bandera o la unidad de destino ante lo universal que nos hacían tragar cuando éramos niños en el colegio con una asignatura llamada Formación del Espíritu Nacional que impartía durante tres largos cursos un señor adscrito a la Jefatura Nacional del Movimiento o a los Sindicatos verticales. El tipo cobraba por ello, era su prevenda de camisa vieja que encima redondeaba con nuestro sincero agradecimiento, porque su asignatura era una María que aprobábamos todos. Religión, Formación del Espíritu Nacional, francés y Gimnasia eran cuatro aprobados seguros a final de curso. Así hemos salido de políglotas, atléticos, religiosos y antifranquistas de nuestro bachillerato elemental.
Y por eso, aun hoy sobreviven políticos que ven España de una sola forma y nos tratan de llevar a la calle a confrontarnos los unos contra los otros.
También se vislumbra en el panorama patrio otro tipo de salvadores, que son los que como mi maestro de los veranos el Señor Zorelle decía que la letra con sangre entra, especialmente cuando la vara de medir la tiene el su mano diestra.
Esos, especialistas en su verdad, la mejor de todas, son los malabaristas de la realidad, ya que solo conciben un país en el que el gobierno solo lo puede presidir su líder que, sin contar con mayorías como las de Felipe González o Aznar, se empeña en darle apariencia de poder con escaños de cartón piedra trasmutados de bancadas que los militantes de su partido detestan ideológicamente. Así les va a los del PSOE. Cabalgan sobre jamelgos desnutridos y cadavéricos y pretenden parecerse a la caballería rusticana. Señor Sánchez, los burros son burros y a mucha honra que diría el tierno Platero, y los Pura Sangre son, como le diría yo, los gobiernos que tienen 176 diputados en el Congreso y pueden pactar, algo que solo se consigue convocando elecciones y ganándolas. Lo de los presupuestos es una artimaña que ya va siendo hora que Su Excelencia se la guarde en la chistera. Vamos, que ya no cuela y el relato ya resulta insoportable.
Al PP, Ciudadanos -¡pobres Ciudadanos de Rivera, vaya pozo en el que habéis caído!-, y para rematar a los neo franquistas de VOX solo me queda suplicarles que no nos vuelvan a salvar sus consignas y sus gritos y sobre todo que no vuelvan a repetir el error de gravar cuñas radiofónicas como las que provocaron el desarrollo del independentismo catalán que tanto daño ha causado.
Así que Señorías, recuperen la sensatez de la gente sencilla y dennos a todos los que estamos en medio de tanta mediocridad, la oportunidad de seguir con serenidad el Juicio del Supremo a los instigadores del Procés que está a punto de comenzar y al que ya observa media Europa con notable mosqueo.
Que el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos no nos saque dentro de unos meses los colores por intolerantes y, mejor aún, que los que se esconden tras la estelada o la senyera no tengan ni un solo argumento para perpeturase en sus privilegios ancestrales en una Catalunya multiracianal y mutilingüistica.
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