Se veía venir. Tal como se ha venido produciendo, y teniendo en cuenta los posibles pactos, todo hacía predecir que el Congreso de los Diputados se iba a convertir en el escenario de un circo, donde sus actores ya han marcado su papel en el espectáculo. Vuelve otra vez la división entre derecha e izquierda, esta última formada por con un conglomerado desde el PSOE hasta Bildu, pasando por ERC y terminando por los cupaires, que no están dispuestos, como se ha visto, a pasar desapercibidos. En su primera intervención, han marcado el terreno en el que quieren actuar. Después están, en terreno de nadie, los parlamentarios regionalistas, que son como un verso suelto.
Ya lo vaticinaba el presidente de la Mesa de Edad, Agustín Javier Zamarrón: "el día de hoy va a ser agotador"; y así fue el inicio de la constitución de la XIV Legislatura, que va a ser de todo menos aburrida. Menos mal que Zamarrón, con ese aire valleinclanesco, ha sabido llevar con filosofía la sesión.
Había expectación por conocer las fórmulas de acatamiento que iban a utilizar algunos de los diputados/as y ha sido uno de los principales motivos de polémica entre los dos bloques: derecha e izquierda. Esto que deja bien a las claras los enfrentamientos que se van a producir a lo largo de la legislatura que comienza con mal pie.
La elección de Batet de nuevo para presidir el Congreso es un gesto de Pedro Sánchez al PSC y a los partidos independentistas, para garantizarles que sus intervenciones en la cámara baja van a contar con bastante tolerancia, cosa que no ocurriría con la presidencia de otros. A Batet le falta fuerza y determinación para afrontar los nuevos tiempos parlamentarios, con la CUP y VOX, que vienen para dar caña, por motivos bien diferentes. Tampoco se puede olvidar la presencia del resto de partidos independentistas, que no se van a quedar rezagados, como es previsible.
Si la izquierda es un conglomerado complejo, incluso chocante, por algunos de sus componentes, la derecha tampoco es que esté para echar cohetes, dadas ya las más que evidentes diferencias entre Ciudadanos y Vox, que andan a la greña, enviándose mensajes que presagian tormentas en aquellas zonas donde Vox sustenta la gobernanza de PP y Ciudadanos.
Para manejar este Parlamento tan diverso y complicado, Agustín Javier Zamarrón hubiera sido la personal ideal, porque se necesita temple, filosofía y sentido del humor para lidiar en esta plaza tan antitaurina donde se van a tener tardes de "glorias".
De todas maneras, hay que darle a Batet los cien días de gracia para demostrar que estábamos equivocados y que la legislatura, si dura, va a resultar un paseo triunfal. Desde luego aburrida, lo que se dice aburrida, no lo va a estar.
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