Durante las campañas electorales, todos son promesas por parte de los políticos que concurren a ellas. Es necesario conseguir el mayor número de votos para alzarse con el triunfo y poder gobernar. Cuando han llegado al poder, suele ocurrir que “las promesas se las lleva el viento”. Se puede llegar a prometer hasta construir un puente, aunque no haya un rio que atravesar. Lo peor del caso, la gente se lo cree sin profundizar en la imposibilidad de que eso se pueda hacer. Todo vale con tal de conseguir el objetivo: votos y más votos. Después, hay gente que se le olvidan de las promesas por razones diversas.
El próximo día 26 de mayo, se cumple un año de las elecciones municipales y repasando algunas de las promesa que en su día hiciera el alcalde de Viladecans, Carles Ruiz, nos encontramos que, a tres días de las elecciones, con efecto propagandístico, anunciaba en su Twitter que “muy pronto" volveremos a disfrutar del cine en Viladecans, porque el ayuntamiento ya tiene la mayoría de los cines. Acababa, según él, de firmar el pago. Dió las gracias a ICF y a la Conselleria de Economía por facilitar las cosas.
Fue una jugada “marrullera”, electoralista e impropia de un demócrata, pero no sucedió nada, ganó las elecciones. Decía Friedrich Nietzsche que “Un político divide a las personas en dos grupos: en primer lugar, instrumentos; en segundo, enemigos”. El alcalde Ruiz no debe olvidar esta afirmación, por muchos cargos que tenga. Nada es eterno, aunque lleve más de 30 años viviendo de la política. Lo que no se pierde en ese tiempo, puede perderse en un abrir y cerrar de ojos.
Hace una semana, fui testigo de una conversación en una pescadería. Dos personas hablaban del coronavirus, los políticos y las promesas incumplidas. Una de ellas le contaba a la otra que “lo mismo que ha pasado en Viladecans, que el alcalde, antes de las elecciones dijo que iba a abrir el cine, le voté y el cine sigue cerrado, ¡menuda tomadura de pelo!". Se lamentaba. El otro interlocutor le comentó: "a mí me llamaron por teléfono para que los votara porque el alcalde había conseguido que los cines se puedan abrir en pocos meses. Por eso les voté, pero ya no me vuelven a engañar”.
La desconfianza hacia los políticos era manifiesta. Yo simplemente escuchaba la conversación sin intervenir en la misma y enterándome de esas llamadas que se habían hecho a los vecinos. Por cierto, ¿quién facilitó los teléfonos para un uso electoral?, ¿dónde está la Ley de protección de datos?. En el mismo lugar que los cines. “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”, eso decía, allá por el siglo XIX , Georg Chisto Lichtemberg científico y escritor alemán que tenía las cosas muy claras y sabía de qué iban estos temas. Hay cosas que no cambian por muchos siglos que pasan.
El 23 de este mes se cumple un año de la “declaración universal de abrir los cines de Viladecans”, lo dijo el alcalde, esperemos que, en el 2021, no se tenga que celebrar el segundo aniversario. Igual hasta tenemos cines....pronto
Escribe tu comentario