Parecía que no iba a llegar nunca y este domingo ya han recibido las primeras vacunas contra el covid dos personas en España. Se ha puesto el primer peldaño hacia la esperanza de vencer al bicho asesino que tantas personas y cosas se está llevando por delante. Es una buena noticia que ayuda a mantener las esperanzas de ganarle la batalla más pronto que tarde. Se trata de no seguir perdiendo vidas y reactivar la gran crisis económica y social que se está viviendo. Son tantas las familias que lo están pasando mal que pone los pelos de punta. Tampoco hay que olvidarse de los empresarios y comerciantes que están sufriendo las consecuencias económicas y se ven obligados a realizar ERTEs o cerrar definitivamente sus empresas o negocios. Es un drama el que se está viviendo, y la mayoría de las veces en una triste soledad, sintiéndose impotentes, sin poder hacer nada para solucionarlo.
Este domingo veíamos las imágenes de las primeras personas vacunadas. Lo hacían con el convencimiento y la seguridad de que hacerlo era bueno, y se sentían aliviadas por el hecho en sí. Es más, daba la sensación de que con sus palabras invitaban a los demás, sobre todo a aquellas personas que tienen aún reparos a ponérsela. Era la imagen de la esperanza. Curiosamente las primeras personas “ afortunadas” en ser receptoras de las vacunas eran mujeres, una de ellas de una residencia, con muchos años a sus espaldas; y la otra, una enfermera joven. Dos ejemplos de valentía que nos han dado un mensaje ejemplar a todos. No mostraban miedo, ni preocupación, sino la sensación del deber cumplido y el ejemplo para todos de aceptar las indicaciones de los expertos: hay que vacunarse por uno mismo y por los demás. El egoísmo individual ha de dejar paso a la responsabilidad colectiva que tanta falta hace en momentos como estos.
Las dos mujeres no han sido conejillos de indias, sino las valientes que han salido las primeras de la meta. El ejemplo de la responsabilidad, la solidaridad y el sentido ético de la situación son tres premisas imprescindibles en situaciones como la que estamos viviendo todos. Es la misma, por desgracia, de toda la ciudadanía, independiente de su situación social económica y política. El covid no entiende de clases sociales, como la muerte, el último acto social que por desgracia que nos hace a todos iguales.
Las mujeres siempre han estado y seguirán estando en la primera línea de la lucha, pese a no ser reconocidas suficientemente. Con la pandemia encima tampoco han renunciado. Están acostumbradas a hacerlo sin que nadie se lo pida, forma parte de su ADN. El sacrificio, el sentido del deber y la solidaridad empuja a las mujeres a enfrentarse ahora a la pandemia. No quiere decir que los hombres no hagan nada, no es cierto, pero es significativo ¿O solo es una estrategia? Que dos mujeres decididas hayan dado ejemplo a toda la sociedad. Es como tiene que ser, pero es bueno reconocerlo. Dos mujeres valientes que nos han dado una lección de dignidad y solidaridad a toda la sociedad.
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