Dicen que todo llega, pasa y nadie se acuerda de lo sucedido. No creo que este sea el caso. Este miércoles el Tribunal Supremo, después de haber estudiado el tema en profundidad, se ha pronunciado en contra del indulto total o parcial a los 12 políticos catalanes presos. Los magistrados entre otras cosas, consideran que no hay prueba o indicio de arrepentimiento por parte de ellos. De hecho, el TS se refiere en su informe al presidente de Ómnium Cultural , Jordi Cuixart, del que destaca que dijo ante la Sala «todo lo que hizo lo volvería a hacer porque no cometió ningún delito». Esas palabras son la mejor expresión de las razones por las que el indulto se presenta como una solución inaceptable. La decisión del Tribunal Supremo no es vinculante y el gobierno puede conceder el indulto, que después será firmado, curiosamente, por el Rey Felipe VI.
La decisión del tribunal, por esperada, no ha sentado nada bien a los partidos independentistas, que han mostrado públicamente su rechazo y han acusado a sus señorías de ir en contra de ellos. Mientras, el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, en la sesión de control al Gobierno en el Congreso ha defendido la medida de gracia -el indulto- bajo el argumento de que “hay un tiempo para el castigo y otro para la concordia”. La verdad es que sus palabras no han sido demasiado afortunadas cuando habla de un tiempo de castigo, cuando en realidad lo que ha hecho la justicia es aplicar las leyes a los actos realizados por los políticos. Porque el respeto a las mismas es fundamental en un Estado de Derecho como es España, aunque algunos digan que no lo es. Las leyes se asumen y se respetan. Si no gustan hay que cambiarlas -nada es inamovible-, pero siguiendo los canales legales que existe: el Congreso de los Diputados. No se pueden cumplir las que beneficie y saltarse las que no les conviene. Eso no es democracia. Quien así actúa siendo un servidor público, si lo hace, no puede estar ocupando puestos de responsabilidad, les guste o no. Las leyes son para todos.
Con este panorama tan animado, seguramente Pedro Sánchez concederá el indulto a los 12 presos catalanes -así se lo prometió en su día a ERC para conseguir su apoyo de investidura-, pero el precio que va a tener que pagar puede suponerle la perdida de las próximas elecciones generales, que no están tan lejos si los republicanos les siguen presionando con sus peticiones a la carta, que no podrá cumplir. Lo van a exprimir hasta el máximo posible, sin darse cuenta, o quizás les interese tensar la cuerda, que gané el PP las próximas elecciones, y así podrán tener la excusa perfecta para seguir diciendo lo mal que tratan a Catalunya. A ellos les interesa como argumento para seguir con el mantra de siempre, pero la pregunta es ¿a Catalunya le interesa tal y como está el país que dicen defender? Está claro que no. Y eso que el nuevo presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, dice que va a trabajar para que la gente sea feliz. ¿Qué entiende el por felicidad?
La verdad es que esta declaración de intenciones es muy poética, pero con la poesía, solo alimenta el alma, que está muy bien, pero el cuerpo necesita llenarse de alimentos Estos la proporciona el tener un puesto de trabajo que además devuelve la dignidad a las personas. Tengo una duda, el presidente Aragonés, en sus visitas a las tres prisiones catalanas donde están los 12 presos políticos, ¿se habrá interesado por la situación del resto de presos, or el resto de presos? Porque no se quien dijo que “el sol sale para todos, y cuando llueve todos nos mojamos”, pues eso.
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