Eso de tener vecinos, a lo largo de la vida siempre nos encontramos con alguno de ellos que trae problemas. Es la condición humana y que cada una de las personas son diferentes, no físicamente, que también, sino en su forma de pensar y de relacionarse con los demás. Es normal, porque eso significa que no somos robots.
Ese vecino que genera malestar, porque parece que no tiene otra cosa que hacer la puñeta, suele tener difícil solución, sobre todo cuando no se quiere llegar a acuerdos de convivencia responsable. Algo así está sucediendo con el vecino Marruecos, a cuyo rey se le ha subido el pavo al turbante después del acuerdo firmado con el expresidente Trump, poco antes de que los ciudadanos le dieran una patada en el trasero al rubio de bote. Desde ese momento, el rey marroquí se ha creído que puede “meterse” con su vecino. Eso es lo que tienen los dictadores que, como piensan que tienen detrás al primo de zumosol, pueden hacer lo que les venga en gana a sus reales posaderas.
Por esa prepotencia que le caracteriza al monarca marroquí --que, por cierto, vive más tiempo en Francia que en su país, donde puede hacer una vida privada muy “especial” con todo lujo de detalles, mientras sus súbditos tienen que jugarse la vida buscando un presente y un futuro mejor para ellos y sus hijos -- ahora le ha dado por declararle la “guerra” diplomática a España. La excusa es el haber acogido en un hospital español al líder del Frente Polisario, enemigo suyo por la soberanía del Sahara. Este territorio le interesa mucho a Mohamed VI y no por sus gentes, sino por los minerales estratégicos que guardan en el subsuelo y que le puede hacer crecer más aún su cuenta bancaria, que no es poca.
Como Mohamed se aburre, de vez en cuando necesita una distracción extra y qué mejor que tocarle las narices al vecino del que tanto recela. Desde 2002, con el episodio de la invasión del islote de Perejil, no se habían producido graves incidentes diplomáticos, salvo los normales por el tema de la inmigración. Además tiene que desviar la atención hacia otra parte de todo el descontento que hay en su país, pues hay que buscar el enemigo externo y cargarle todas las culpas de lo que le sucede.
Para liarla más todavía, uno de sus ministros -enviado por su jefe, no hablan sin previa autorización- compara la situación del Sahara con la de Catalunya. Toda una táctica que, en términos entendibles, que no diplomáticos, lo hacen para tocar los bemoles. Mientras, siguen en Ceuta más de 1000 niños y jóvenes que han huido porque no tienen futuro, en un país donde su rey es el más rico de África.
En la noche de este martes el secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali, salía del aeropuerto de Logroño con destino a Argelia, país en el que está refugiado, aunque su deseo es el de volver de nuevo al Sahara. La crisis no ha terminado: Marruecos ha anunciado su enfado por dejarlo marchar y en ese enfado subyace una amenaza velada sobre Ceuta y Melilla.
Con lo que no cuenta Mohamed es que España, a parte de ser su vecino, es la entrada a Europa y esta pertenece a la Unión Europea Tampoco sabe la reacción del nuevo gobierno de EEUU, que no está por la labor de explicitar su apoyo a Marruecos. Lo cierto es que esta no es una simple pelea de patio de vecinos sino de geopolítica, negocios y ambiciones. Habrá que esperar, como siempre, por esta vez. Pedro Sánchez no lo ha hecho mal….
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