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El Día de Galicia, un ejemplo de respeto institucional

Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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Este 25 de julio, Día de Galicia, celebración de la fiesta del Apóstol -hasta hace pocos años, patrón de España- ha constituido una jornada especial tras los efectos del covid –que aun sigue- y que hizo imposible que el pasado año se celebrará. En esta ocasión la asistencia del Rey Felipe VI -también la reina y sus hijas-, el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, y algunos de sus ministros acompañados por el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, el alcalde de Santiago, Xosé Sánchez Bugallo y otras autoridades han dado una imagen de cooperación y respeto institucional ejemplar, que muchos gobiernos autonómicos y ayuntamientos deberían tomar nota de cómo desde la discrepancias institucional y política se puede convivir con respeto a las instituciones y a la Carta Magna. “El mando debe ser un anexo de la ejemplaridad”, decía Ortega y Gasset.


Los actos del Día de Galicia se iniciaban con la tradicional Ofrenda al Apóstol que ha realizado el Rey Felipe VI quien al referirse al Apóstol ha dicho que simboliza la unidad de España y ha reivindicado el papel de la Corona como “puente entre el pasado, presente y futuro”, Se refirió también “al sentimiento inclusivo” y no excluyente de los caminantes y al aprendizaje que supone la Ruta, con experiencias que nos forman. “En cada caminante, en cada peregrino, siempre hay un amigo que tiende la mano”.


Por la tarde, tras la celebración del Real Patronato de la Ciudad de Santiago que ha traído cientos de millones a la ciudad, tuvo lugar la entrega de la Medalla de Oro de Galicia que esta edición ha sido para todo el personal que integra el dispositivo de vacunación contra el covid y ha contado con la presencia del Rey, el presidente del gobierno , el presidente de la Xunta. , el alcalde de Santiago y distintas autoridades civiles, militares y judiciales. Un acto en el que se ha visualizado la cortesía y el respeto entre instituciones. El presidente de la Xunta ha agradecido al presidente del gobierno de España las acciones realizadas por su comunidad autónoma. Mientras que Pedro Sánchez alababa la cooperación de la Xunta con el gobierno español. Un gesto inusual en la política en los tiempos que corren y que debería ser ejemplo de que las instituciones que representan a la ciudadanía están por encima de los intereses partidistas. Decía Confucio que “cuando el gobernante mismo obra rectamente, ejercerá influencia sobre el pueblo sin dar órdenes, y cuando el gobernante mismo no obra rectamente, todas sus órdenes serán inútiles”.


Fuegos del Apostol lanzados por la celebración del Día de Galicia en Santiago de Compostela, A Coruña (Galicia), a 24 de julio de 2021

Celebración del Día de Galicia @ep


La cordialidad, el respeto no está reñido con las reivindicaciones, así quedó plasmado en los actos de los socialistas y el BNG, donde el primero en Rianxo, su líder, Gonzalo Caballero, decía que hay que ponerse a trabajar para “renovar y actualizar” el Estatuto de Autonomía de Galicia aprobado en 1981. Mientras que Ana Pontón, del bloque, afirmaba que su partido “era una alternativa sólida y solvente, una alternativa de fiar”. Reivindicaciones legítimas dentro de un comportamiento democrático. Lo mismo que la presencia del Rey, que en ningún momento sintió el rechazo de las instituciones ni la ciudadanía, que han tenido un respeto democrático.


Esto contrasta con la situación en Catalunya, donde algunas instituciones como la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona -hay más- tiene a bien aplicar la democracia y el respeto a otras instituciones con el método de la “plastilina”, que según le convenga la estira o la acorta. Es decir, es “adaptativa” a sus intereses políticos con falta de respeto a las personas que no piensan como ellos. Los dos penúltimos casos-veremos más-, los tenemos en la ausencia del presidente catalán en la reunión de presidentes autonómicos, a la que ha anunciado que no piensa ir, y al gesto de la actriz Ada Colau con la restitución de la fotografía del Rey en la sala de plenos - por orden judicial- y manifestaba que la volvía a colocar por imperativo legal. Por eso, la foto era ridícula y para mostrar su disconformidad, acudía con una mascarilla con los colores de la bandera republicana, en un gesto más de la maestra en esta especialidad gesticular, y aprendiz en la gestión municipal. Es que el respeto y la cordialidad entre instituciones no están reñidas con las reivindicaciones .“Mucha gente que predica con el ejemplo podría ahorrarse perfectamente lo primero.”, decía el gran Jaume Perich.


Galicia ha dado una lección a toda España de cómo se pueden hacer las cosas bien.


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