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La gran metedura de pata del dios serbio Novac Djokovic

Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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Novak Djokovic

Novac Djokovic @ep


Llevamos unos cuantos días metidos de lleno en el culebrón del tenista serbio Novac Djokovic y su participación en el Open de Australia como consecuencia de no haberse vacunado, mentir a las autoridades australianas y pasarse de listo. Al final, el tenista ha sido expulsado tras la sentencia de la justicia de ese país, no podrá participar en el torneo y además durante tres años no podrá volver. Es el resultado de un episodio que nunca debió ocurrir, por muy número uno que sea. Las normas que aplica cada país hay que cumplirlas, y más cuando lo que está en juego es la salud. En este partido del covid y sus variantes, el número uno corresponde a la responsabilidad de las personas, no al individualismo de un tenista que se cree estar por encima de todos. Un error que ha pagado muy caro en su imagen y por supuesto, en lo que más le duele: su bolsillo y el de su familia.


Las repercusiones mediáticas de la actitud irresponsable de Djokovic solo acaban de empezar. El gobierno francés ha dicho públicamente que todos los profesionales que vayan a participar el Roland Garros han de tener la pauta completa de la vacunación, una medida que dejará fuera de este torneo al tenista serbio. Esta ausencia en las dos competiciones, de momento, le va a suponer dejar de ganar más de tres millones de dólares en el Open de Austria y más de un millón y medio de euros en el Roland Garros. Una operación que no ha dejado indiferente al mundialmente conocido tenista que posee tanto el récord de mayor cantidad de semanas como número uno, como del mayor número de veces, y que finalizó el pasado año como número uno. Decía Marco Aurelio que "piensa cuánto más dolorosas son las consecuencias de tu ira que las acciones que la han originado”.


Los deportistas, que son figuras y destacadas, ídolos para los jóvenes y niños que sueñan con alcanzar sus metas, deben dar ejemplo en su vida profesional y personal, cosa que no ha venido sucediendo con Djokovic. En demasiadas ocasiones sus ataques de ira han dado la vuelta al mundo con unas imágenes nada ejemplarizantes para sus seguidores -que son muchos, no hay que olvidarlo-. El tenista, se ha convertido en un deportista prepotente, colérico y maleducado que deja mucho que desear, y no es que sea precisamente un ejemplo a seguir. Solía decir el expresidente de EEUU, Thomas Jefferson, una frase muy ilustrativa: “Cuando estés irritado, cuenta hasta diez antes de hablar; si estás muy airado, cuenta hasta cien”, Consejo que no debe conocer el tenista al que una buena dosis de humildad no le vendría nada mal. En esta ocasión su gran error ha tenido consecuencias muy graves en su economía y su imagen.


Ya se conoce que Djokovic ha sido y sigue siendo el niño mimado de su país, Serbia, donde lo adoran como un verdadero dios y no solo no ha recibido ninguna crítica hacia su comportamiento, sino que lo han defendido y de qué manera . Parece como si el tenista fuera Serbia. Ningún medio del país ha criticado su comportamiento. Recordemos que Serbia en la actualidad ocupa el lugar número 93 en el mundo en la lista de la libertad de prensa, según Reporteros sin Fronteras. Algo de lo que no debería estar muy orgulloso el país.


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