Sigue el barullo sobre el denominado Catalangate, es decir, las escuchas a independentistas catalanes. Es una oportunidad, para engrescar a la gente y no hablar de otros temas. Govern y asociaciones afines, entre ellas la ANC y Ómnium han puesto el grito en el cielo y les ha servicio como “estimulante”para coger aire y seguir poniendo a parir al Gobierno. Menudo revuelto se ha montado
Los huidos, encabezados por el expresidente Puigdemont y su ayudante de cámara Toni Comín ya tienen trabajo para una pequeña temporada. Mientras, Aragonés viajó este jueves a la villa y corte para mantener reuniones con los partidos que dan apoyo al gobierno de Pedro Sánchez.
Escenificación, advertencias que algunos han interpretado como amenazas y seguir alimentado el escándalo para tener entretenidos al personal. ¿Le interesa al gobierno catalán calentar más el ambiente? Por una parte sí, para que no se diga. Por otro está claro que no, necesita la ayuda de los socialistas catalanes en esas situaciones en los que la CUP y sus socios de Junts se lo ponen complicado.
Esta obra de teatro, en la que todos interpretan su papel de ofendidos, parece que no les debe sorprender mucho, porque según publican los colegas del Triangle - lo tienen documentado- la operación Catalangate ha estado preparada con todo tipo de detalles hace ya unos meses. El nombre con el que se ha denominado al caso de espionaje ya había sido registrado como. Se les puede reconocer muchas cosas, pero el don de la adivinación y la multiplicación de los dineros para sus campañas, es evidente que no. Lo sabían y han estado preparando sus actuaciones magistrales.
Eso de los espionajes no es nuevo. ¿Se acuerdan de la idea genial que tuvo no hace tanto tiempo Carles Puigdemont, cuando era presidente, que hizo sus escarceos de acceder a las bases de datos de los Mossos de Escuadra utilizando la Agencia de Ciberseguridad de Catalunya -no era la primera ni la segunda vez que lo intentaba - para la creación del CNI catalán? O como un antiguo responsable de Mossos tenía sus contactos con los servicios “secretos” israelitas, el Mossad, según decía para la creación de un ejército catalán. O el viaje que realizaron en el 2018, cuando fueron a Tel Aviv el entonces secretario de Ciberseguridad de la Generalitat, Jordi Puigneró, su jefe de gabinete, Iván Monforte y el director del Cesicat, Xavier Grau, para asistir a la feria Israel Homeland Security & Cibersecurity y así realizar contactos con el fin de comprar material de espionaje por un importe de 23,5 millones. Los contactos han seguido, aunque no se han hecho públicos por razones obvias.
Como este fin de semana, si el tiempo lo permite, la ciudadanía va a estar entretenida con Sant Jordi, es decir, con la ilusión de las rosas y los libros que van a inundar el centro de Barcelona, así como los pueblos y ciudades de toda Catalunya, se va a tener unos días de descanso, para volver de nuevo a la “normalidad” de seguir con el caso Catalangate que es la obra que ahora está de moda y de la que algunos sacan provecho. Que nadie venga ahora rasgándose las vestiduras y dando a entender que no sabían nada de lo que estaba sucediendo.
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