Cuanto más se habla de transparencia, participación, defensa de la ciudadanía, menos se aplica en la vida real por parte de algunos que tienen responsabilidades.
El conseller Comín, muy "demócrata", que escucha a los distintos agentes que forman parte de la sanidad catalana y después decide, la ha vuelto a hacer: regula la gestión de la asistencia sanitaria con cargos a fondos públicos a espaldas de todos ellos, o como dice Marea Blanca, "a traición", después de que el Consell Executiu aprobara el anteproyecto de ley, sin participación social.
Por sorpresa y cuando nadie lo esperaba, salta la liebre del nuevo documento aprobado, al que ya han bautizado como "la ley Comín".
Para los profesionales, de lo que se trata, es de "una nueva forma de reglamentar a título de ley lo que hasta ahora son irregularidades", tal y como afirmaban los representantes de Marea Blanca.
La verdad es que el texto resulta confuso, cargado de eufemismos -se suele hacer cuando no interesa que se entienda nada-, se habla de "economía social" y no de privada y de colaboraciones verticales horizontales y oblicuas. Es todo un conglomerado de intenciones, sin conocerse claramente -¿o sí?- cuales son las intenciones de máximo responsable de la sanidad catalana.
Comín, si lo que ha pretendido como conseller es tener notoriedad, la está teniendo y no precisamente por su gestión sino por todo un conjunto de despropósitos que van a dejar huella en el sector sanitario y en la ciudadanía.
La pregunta es: ¿Quién le está permitiendo que siga actuando al margen del sector y de la ciudadanía? Junqueras, ERC y la CUP están permitiéndole que desmonte la sanidad cuando habían prometido un cambio a mejor. ¿Alguien sabe el proyecto global que tiene en mente Comín y los que le dan su apoyo? ¿Qué proyecto aporta? ¿Dónde están los planes B y C cuando no funciona el A? Pero, ¿hay plan A? Ya la mayoría lo duda.
Las actuaciones, hasta ahora, del titular de salud ya han sido bautizadas como las 'fórmulas Comín', lo malo es que tampoco son químicas y estas no se hacen con pensamientos filosóficos, ni tocando el piano, sino con conocimiento de la materia.
Sin dialogo, consenso continuado, planificación y sentido común, las cosas nunca pueden llegar a buen puerto. Hay que cambiar las "fórmulas" que no funcionan por proyectos creíbles, consenso y diálogo permanente. Los interesados que tienen alguna cosa que opinar/aportar no se pueden enterar de un proyecto por los medios de comunicación.
Es la hora de la transparencia y de un cambio real de la nueva forma de hacer política, sino no es así, la teoría y la práctica no solo no se corresponden, sino que son opuestas.
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