Ya han pasado unos cuantos días desde la marcha de Junts del gobierno de Catalunya. Una decisión que ha hecho un buen roto a los republicanos y que deja en el tejado la aprobación de los presupuestos del próximo año. Serán los primeros de Pere Aragonés como presidente, elaborados por un conseller de Junts, Jaume Giró. Ahora los posconvergentes afirman que los presupuestos no son los suyos, - ¿de Giró tampoco? - lo que se interpreta que no están por la labor de dar sus votos para su aprobación. Es de una coherencia total y una “responsabilidad” de país, como les gusta decir a algunos de ellos.
Si Junts no apoya los presupuestos - la CUP está en la misma postura, aunque por motivos diferentes- la pregunta es: ¿Con quien cuenta Aragonés para que salgan adelante? Es una incógnita, si se tiene en cuenta que no quiere contar con el PSC, ni los Comunes, ni mucho menos con Ciudadanos, PP y VOX. Lo han dicho por activa y por pasiva, sobre todo Junqueras, que se ha adelantado por si el presidente tiene la “tentación” de llegar a un acuerdo con PSC y Comunes. Una jugada de Junqueras que deja a Aragonés con las manos atadas.
También puede suceder, no es descartable, que republicanos y socialistas se hayan repartido los papeles de la obra “como disimular sin que se note demasiado” y los presupuestos salgan adelante. ¿Qué papel juega en toda esta historia el Parlament? Pues más bien poco si se tiene en cuenta que el presidente, si no cuenta con los votos de los grupos que le apoyaron y quieren dejarlo caer, debería hablar con el resto de grupos políticos y le guste o no, intentar pactar con ellos. Para eso está el Parlament. Lo que ocurre es que en los últimos años la institución ha quedado muy tocada con las cosas que se han venido aprobando saltándose leyes ,con una postura partidista que han aprovechado “las mayorías”. Hay una frase que dijo en su día Robert Kennedy que define muy bien la situación: “El problema del poder es como lograr un uso responsable de él sin caer en la irresponsabilidad y la indulgencia”.
El problema es que, en la situación actual de crisis de todo tipo, prorrogar los presupuestos con una pérdida de casi 3.000 millones de euros - necesarios- es indignante. Porque ahora, -siempre también- las personas son la primera prioridad del gobierno. La pobreza en Catalunya ha aumentado sustancialmente. La crisis económica provocada por la guerra en Ucrania ha hecho que todo suba: luz, gas, cesta de la compra y una lista interminable. Hay gente que se está muriendo en la calle, y parece que no importa. Por todo ello esos 3.000 millones son necesarios para contribuir a mejorar la situación de la gente.
Algunos partidos hablan de moción de confianza y convocar nuevas elecciones. ¿De verdad hay que poner las urnas otra vez cuando este gobierno no ha cumplido dos años? ¿Quien lo pide está pensando en clave partidista y no en la ciudadanía?
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