Por fin se acaba el 2022, un año para olvidar

Faltan pocas horas para que termine este 2022 en el que ha sucedido de todo, más cosas malas que buenas. Creo que la mayoría de la gente no tiene buenos recuerdos y se hace necesario pasar página del calendario con la esperanza de un nuevo año mejor. 

A nadie se le olvida que, a primeros de año, cuando aún no se había superado la pandemia y sus efectos sobre la salud en lo económico y en la sociedad, viene la Rusia de Putin y no tiene mejor idea que invadir Ucrania. Una contienda con implicaciones mundiales de consecuencias bélicas difíciles de pronosticar. Las consecuencias del conflicto, amén de los cientos de muertes injustas, han abocado a una crisis mundial en todos los campos, trasladada también en la división mundial en dos grandes bloques que de momento no parece que se pongan de acuerdo. Solo el dinero, los intereses y el miedo a una guerra nuclear pueden hacer que las cosas se calmen. ¿Será posible? Depende de cómo vayan los provechos económicos y los beneficios que unos pocos puedan conseguir. La paz siempre viene envuelta en la bandera de los intereses crematísticos de unos privilegiados. El dinero mueve el mundo, aunque en más de una ocasión esté manchado de sangre. Decía el escritor británico Henry Fielding allá por el siglo XVIII decía: “Haz del dinero tu Dios y te acosará como el demonio”.

En España, los efectos de la guerra no hace falta explicarlos porque han impactado de manera certera en las familias, las empresas y algunas instituciones - no todas- a lo largo de este año para olvidar.

En el panorama político, la división más profunda entre derechas e izquierdas ha vuelto a resurgir, para desgracia de la convivencia y la necesidad de grandes acuerdos que puedan buscar los consensos en temas que afectan directamente a la ciudadanía. Los dos grandes partidos no han dejado ni un solo minuto de tirarse los trastos a la cabeza. La posibilidad de pactos de Estado y de acuerdos con visión de país ante la situación de crisis no se ha visto por ningún lado. El resto de partidos han jugado a conseguir cuantas más cosas mejor para sus intereses con fines de rédito electoral: yo te doy a cambio de..., mientras los ciudadanos miraban - siguen mirando- atónitos lo que está ocurriendo. ¿Es tiempo de mercadeo o de buscar soluciones de todos juntos, dejando de lado a sus electores? Mientras, en el gobierno bipartito, una de las partes, Unidas Podemos, ha demostrado su incompetencia en la gestión de sus ministerios - parcelas de poder-, donde no hay semana en la que no metan la pata en la gestión  y en las pocas leyes que han sido capaces de elaborar, que además han provocado bastantes líos legales y sociales. La última la Ley del “solo sí es sí” está induciendo a la revisión a la baja de penas a violadores, y algunos de ellos están ya en la calle.

Mientras, el PSOE intenta remendar los rotos de sus socios. Lo ha hecho con una serie de medidas sociales que ayuden a las familias. Una situación muy complicada para Pedro Sánchez que, entre Unidas Podemos y ERC que cada dos por tres le hace alguna jugarreta, Bildu que trata de conseguir votos a consta del PNV, y la gran jugada realizada por una parte de la judicatura, no se lo están poniendo fácil. Menos mal que al menos durante unos pocos días van a estar tranquilos con esto de las fiestas de fin de año.

Pero, aunque las expectativas del próximo año tengan claroscuros, no seamos aguareros y dejemos que el optimismo nos alumbre al menos durante unos días..