La pandemia se ha ido y la cita previa se ha quedado

Dicen que los nuevos tiempos traen nuevas herramientas de comunicación y desarrollo de las relaciones humanas. Comentan que las tecnologías han llegado para quedarse, sí o sí.  La presencia de los robots es ya una realidad y, aunque de momento sean muy minoritarios, aumentarán, afirman. Que estarán para sustituir a las personas en muchas tareas, trabajos y hasta como asistentes personales, dicen que así será ¿Da un poco de vértigo? Sin lugar a dudas. ¿La sociedad en algún momento puede estar dominada por ellos? ¿Serán capaces de pensar por sí mismos? Algunos científicos creen que sí. 

Aprovechando todos estos avances y a raíz del confinamiento por la Covid, se impuso la cita previa en todas las instituciones, servicios públicos y otras entidades privadas. Decisión que dejó a demasiadas personas fuera de juego, descolocadas y “cabreadas”. Es que eso de no ir a pedir “hora”, esperar en la cola, y de paso hablar con los que están a tu alrededor, no está hecho para el ser humano que necesita el contacto personal.

La ciudadanía pensó que la imposición de la cita previa era transitoria, la aceptaba a regañadientes, no había más remedio. Las personas suelen ser obedientes, quizás demasiado. No obstante, a la mayoría les ha ocurrido que han estado llamando para solicitar su  “cita previa”, se han pasado un buen rato esperando a que les atiendan, y la “voz grabada” les ha aconsejado o bien que sigan esperando - se corta después la llamada- o que lo vuelvan a intentarlo más tarde. Con este panorama, más de una se ha tirado horas llamando sin conseguir su objetivo, que no es otro que ser atendido. En demasiadas ocasiones, al final acaban enviando a la “voz enlatada” a hacer puñetas tras acordarse previamente del  familiar del político de turno. 

Este viernes se publicaba una cifra que se puede aplicar a otros ámbitos: el 70% de los usuarios no consiguen cita previa en la DGT, un dato muy alto. No es una broma, es un tema muy serio que debería hacer reflexionar a los que gobiernan. La ciudadanía está que trina: quieren que la cita previa telefónica sea opcional y prime la presencial. Lo mismo que las visitas en centros de salud, o en los hospitales. Las personas están por encima de las máquinas o de las operadoras de turno que tratan de sacárselos de encima cuando han realizado varias preguntas ante las dudas que tienen. Es necesario hablar con ellas en vivo y en directo. El que prefiera la cita previa telefónicamente o a través de la web está en su derecho, el mismo que ampara a los que la demandan presencial.

En los centros de salud las salas están vacías, la mayoría de las consultas médicas o de enfermería se realizan vía teléfono. ¿Es normal ahora que no hay pandemia? Para el usuario no, para la administración sanitaria parece ser que sí. Los enfermos necesitan ser atendidos/a por su médico de cabecera, al que respeta y le inspira confianza. ¿Cuándo se hará efectivo el cien por cien de las visitas presenciales? Se está abusando de estas y otras medidas sin que haya consecuencias.

Otro de los temas indignantes es que, para registrar cualquier documento, que lleva solo unos minutos, se tenga que pedir cita. Los vigilantes jurados, o los policías que se encuentran vigilando las estancias, en la mayoría de los casos hacen de meros informadores - no es su trabajo-, en lugar de que haya un informador del servicio correspondiente que ayude, oriente o informe  a los usuarios que acuden.

El contacto personal es muy importante, especialmente para las personas mayores. Las administraciones y los servicios están deshumanizados, lo que es un gran riesgo. Hay que facilitar los trámites a ciudadanía, no ponerles muros al acceso a los servicios públicos que es lo que está ocurriendo ahora.