El discurso del Rey llega a destiempo y pierde su valor añadido porque "todos llegan tarde a la cita con la historia" y cualquier solución que se aplique será muy dolorosa en el tiempo que vamos a afrontar y sus efectos durarán varios años.
Los catalanes estamos en el punto cero de nuestras discrepancias, ese lugar en el que nos hemos de mirar de frente y preguntarnos por qué hemos llegado a esta situación y, sobre todo, quiénes son los que nos han traído a este callejón sin aparente salida.
Lo surrealista de la cuestión es que partidos como el PDeCAT y ERC sucumban a los deseos de unos expertos en las 'okupaciones', los escraches, las "batallas" callejeras, pero inexpertos en política.
Jordi Sánchez, el demócrata que aplica siempre "el fin justifica los medios", lleva una carrera a la desesperada que pagará muy caro, por mucho que le hayan prometido.
Las empresas municipales también han sufrido modificaciones, todo con la intención de intensificar las prioridades de la acción de gobierno.
Y ¡qué decir del señor Junqueras!, tan noble y honrado él, a quien se le atribuye el pacto de sangre con el President para que lo que ya ha dicho y votado el Parlament sobre el tema no se asuma por el Govern, sentando un precedente vergonzoso.
La actualidad pasa por el caso del Canal de Isabel II, que no solo afecta al poder político, sino también a jueces, fiscales, e incluso a algun podemita impresentable.
Las mujeres siguen teniendo vetada su llegada a la Moncloa como presidentas.