Habló el Rey y dejó claro que el Estado, o sea el Gobierno, restablecerá el orden constitucional. Lo hizo tarde, porque estamos a la puertas de una Declaración de Independencia y, con ello, ha perdido su facultad institucional de ser árbitro en cualquier litigio político presente o futuro.
Ayer el Washington Post también señalaba -en un gran editorial- unos cuantos nombres a nivel internacional. A nosotros nos faltan algunos más pero los que ya ha señalado el emblemático rotativo son suficientes para meterle el dedo en un ojo a los dirigentes políticos de una partido español que va por la política de defensor de los trabajadores y cuenta con numerosa representación parlamentaria.
Además, el Gobierno Rajoy se debe llevar buena parte de la culpa de lo que está pasando. El Presidente es un inmenso vago político y si se arregla lo de Catalunya debe dar un paso atrás definitivo convocando elecciones generales y no presentándose. Pero no es el único responsable en su partido.
Aquí estuvo una Vicepresidenta comiendo y cenando con mucha gente -la que ella consideró oportuno- montando un despacho institucional. El ridículo que hizo ha sido más que evidente. Además tenía -y tiene- la responsabilidad del mando sobre nuestros Servicios de Inteligencia que, por lo que dice la propia policía, no se enteró de lo que hacían los que quieren secesionarse y, además, dio consejos organizativos letales para la imagen de España como democracia avanzada haciéndonos sonrojar a los demócratas que vivimos la Transición.
Ella y "su" ministro del Interior se comportaron políticamente como dos "tontos de la porra" enviando al desolladero a Guardias Civiles y Policías Nacionales y, de paso, regalándole argumentos muy valiosos a los estrategas del 3%, que han ganado la batalla de la calle en Catalunya por goleada tercermundista.
Un otrosí vergonzante son el resto de los partidos políticos que, en distinta proporción, han demostrado a lo largo de los últimos años su muy palpable "inutilidad" para encontrar un escenario de acuerdo que arreglara un problema que algunos medios de comunicación hemos anunciado, desesperadamente, como "choque de trenes" de efectos catastróficos. Los que lo hemos hecho "in situ", en medio de un creciente clima de independentismo no exento de "pacíficos insultos" -¿les parece bien la frase señores Puigdemont y Junqueras?- lo hemos pagado muy caro y, como dicen de Despeñaperros para abajo, "¡y lo que te rondaré morena!".
Todo eso y cosas tan deleznables como el papel de cómplice de la secesión del Mayor Trapero o el de propagandistas descarados del procés, faltando a la más elemental ética de sus estatutos fundacionales, que han jugado con entusiasmo y eficacia TV3 y la radio de la Generalitat -siempre a las órdenes de Òmniun y la ANC, quienes, por su parte han contado con grandes medios económicos que habrá que auditar-, han logrado un rotundo éxito en sus movilizaciones y mensajes. También el doble juego anti español por intereses económicos contratados con la Generalitat de los medios del Grupo Godó y, ¡cómo no!, el fanatismo españolista de destacados colegas de Madrid que han embarrado el terreno de juego común en lugar de imponer sosiego y meter en cintura mediática a los políticos que entrevistaban, hacen que, ahora mismo, el discurso del Rey llegue a destiempo y pierda su valor añadido porque "todos llegan tarde a la cita con la historia" y cualquier solución que se aplique será muy dolorosa en el tiempo que vamos a afrontar y sus efectos durarán varios años.
No he escuchado esta mañana a la Consellera de Enseñanza anunciarnos el cese cautelar e inmediato de este "in docente" independentista por haber faltado a las más elementales normas de la ética humana. Su cobardía me parece tan atroz que denunciarla en un medio de comunicación es lo mínimo que se merece este sujeto, especialmente, por ser un niño la víctima de su falta de hombría.
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