Para la Democracia española, el anuncio de ETA no cierra el círculo de terror e ignominia que ha vivido este país desde 1958. Lo que ahora se pretende hacer visualizar ante las nuevas generaciones, es un guion macabro de una historia enloquecida de unos asesinos que siempre se han considerado gudaris y ahora evolucionan en apóstoles de una paz patriótica. Y eso no es cierto.
Por eso, todos los vascos y todos los españoles debemos ganar esta paz, con el mismo valor y la misma firmeza que las víctimas han aguantado una guerra que unos fanáticos les declararon y que nunca buscaron y tanto sufrimiento les ha causado.
Ahora no hay que dejar reescribir la historia a la manera de los asesinos, sino al paciente y firme dictado de los hechos que sucedieron, incluyendo la búsqueda de huellas y vestigios que no dejen en olvido los más de trescientos asesinatos que quedan por aclarar, para que nada se deje atrás, pasen los años que pasen.
Todo es posible en el futuro y la sociedad vasca y muchos de sus representantes democráticos están por la tarea de recoser el tejido social que se ha desgarrado durante tantas décadas de tiros en la nuca y asesinatos con bombas, repito nunca deseados por las víctimas.
Quienes ahora dicen que se disuelven guardan entre veinte de sus elegidos los secretos más siniestros de su trayectoria, y sobre todo, la estrategia para que se olvide el terror, el miedo y las muertes que han causado, algo que solo sería posible si olvidamos la verdad de la historia de unas imágenes inolvidables para los que sufrieron sus consecuencias más duras.
Recordemos siempre lo que sucedió, dejémoslo escrito en los libros, una y otra vez, para que jamás pueda volver a repetirse.
Los hechos son los que son. Y los terroristas los mismos. No lo olvidemos. Ganémosle, entre todos, a ETA... la PAZ.
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