Las personas suelen cometer errores, es evidente que si. En el día día se puede apreciar esta afirmación. Los jueces se equivocan, los abogados tres cuartos de los mismo: todo el mundo puede meter la pata hasta el fondo. Ahora bien, hay errores y errores. O como dice un amigo los hay que despiretan una cierta desconfianza... Determinadas casualidades suelen estar más que previstas, dicen.
Los abogados de Carles Puigdemont, un buen equipo según dicen los entendidos, presentaron una demanda contra el magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena. No hace falta explicar quién es Llarena.
Sobre el escrito remitido a la justicia belga, en español están bien expresado los “motivos” de la demanda, mientras que en la versión en francés, hay una pequeña diferencia, pero sustancial.
El juez Llarena dio una conferencia en Oviedo, meses atrás. Al termino de la misma, los periodistas le hicieron una serie de preguntas, entre ellas, "¿hay presos políticos en España?" La respuesta del magistrado fue “no es el caso que estamos llevando ahora en el Tribunal Supremo, se trata de comportamientos que aparecen recogidos en nuestro Código Penal y que, con independencia de cuál haya podido ser la motivación que les haya llevado a las personas a cometerlos, si es que esto ha sido así, pues tienen que ser investigados".
Dos twitteros han sido los que se han percatado de la "mala" traducción y lo han expresado públicamente. La pregunta es ¿nadie del equipo de abogados de Puigdemont se han dado cuenta del error garrafal? ¿Nadie de los tribunales españoles, o de la propia judicatura se vieron el "fallo" de traducción? ¿Alguien revisa, lee y se mira con lupa cuestiones tan importantes?
La aportación de dos twitteros anónimos ha servido a los abogados de huido qpara decir que había sido una error de traducción y sin ninguna otra intencionalidad. Algunos juristas afirman que si se puede demostrar que se ha tratado de una simulación deliberada, esto podría tener consecuencias. La investigación por estafa procesal podría afectar también a los abogados de Puigdemont y a él mismo, lo que quiere decir que la demanda se quede en hojas de borrajas, si el magistrado belga lo considera. Argumento ya lo tiene…
Y ahora, ¿qué?, se preguntarán. Pues a esperar toca. Más de uno habrá respirado tranquilo. Aunque lo sucedido con esta traducción tiene tintes de películas de la CIA, donde todo es posible, por muy inverosímil que parezca.
A partir de ahora, determinadas traducciones van a ser revisadas por varias personas, con el fin de no generar desconfianza. ¿Una mala traducción a tiempo puede resolver muchas cosas?
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