De exhibir miedo y vergüenza a actuar sin vergüenza y sin miedo: un diseñador valenciano y un comediante gallego, ambos afincados en Barcelona; el segundo ya fallecido. Poco antes de que se presentara ‘Cobi’, la mascota de los Juegos Olímpicos del 92, su autor no tuvo otra ocurrencia que declarar a un diario valenciano que Pujol era "horrible, no mide más de 1,40 y si fuera por él todos tendríamos que hacer ‘catalanismo’, ‘patria’ y todo eso". Ante la ideología nacionalista instalada en el poder hay que afinar, olvidarse de tonterías -como a fin de cuentas son las condiciones físicas o los tics del ‘amo’ (qué importa)- y por supuesto que los fariseos no te pillen diciendo que "es horrible que haya tantos catalanes"; en este caso, una sandez desprovista de odio. Una campaña de la Crida (precursora de la ANC) le hizo la vida imposible, con apoyo gubernamental de todo tipo. Mariscal no aguantó la presión ni tres semanas, se rajó y pidió mil perdones por sus ofensas al pueblo catalán, que 'generosamente' le fueron aceptados por Roca y Pujol. En ese momento, Jordi Solé Tura escribió un artículo al respecto.
Este padre de la Constitución calificó de muy grave aquel episodio político, porque había establecido, señalaba, un clima de histeria e irracionalidad entre amplios sectores, lo que implicaba "consecuencias incalculables para la convivencia cívica y el ejercicio de la libertad de expresión". A partir de ahora, preguntaba Solé Tura, ¿quién se podrá sentir seguro?
Nadie quiso verlo, ni PSC-PSOE ni AP (no hubo PP hasta el año siguiente). ¡Qué despropósito! Aceptar todo esto fue el extravío de la sensatez y de la dignidad social. Pasaron los años y en 2006, con Maragall en la Generalitat (y ERC anclada en TV3 y en Educación), se votó un Estatut imposible y no deseado. Medio año antes y jaleado con alborozo, Pepe Rubianes se soltó en TV3 a insultar directamente a España, presidida entonces por Zapatero. Juzguen ustedes. Asquea que quienes reclamaron libertad de expresión para ofender de forma tan inmunda y soez se hubieran alzado indignados contra Mariscal. Y volverían a hacerlo una y otra vez. La inefable Colau rindió homenaje al insultante y hace seis meses le dedicó una calle.
Escribe tu comentario