Hace unos quince años, Ricardo García Cárcel -un excepcional historiador- presentó una serie de libros reunidos bajo el título 'Los olvidados de la historia'. Manifestó con claridad su propósito de "rendir tributo a los tradicionalmente despreciados, silenciados, condenados a las sombras del protagonismo histórico, a los perdedores de la historia". Se refería no ya a los derrotados en batallas famosas, sino muy en especial a los derrotados en la batalla de la vida cotidiana. Concluía señalando la hora del "rescate del silencio de los que o no pudieron ser héroes, ni siquiera mártires o santos, de los que no quisieron estar en el poder, fueron víctimas del mismo o, simplemente, perdieron la batalla del protagonismo histórico. En ese rincón de su salón, en el ángulo oscuro, buscamos a cada uno de nuestros protagonistas, los protagonistas de la otra historia, la de los olvidados".
Por su sentido social y personal, este empeño es admirable. Se puede hablar de un conocimiento histórico destilado en experiencia de la vida humana. Al hilo de esta virtud, tan poco reconocida, yo quiero referirme aquí y ahora a los olvidados del procés.
Nuestra época entiende que todo el mundo tiene derecho a expresar sus opiniones. Pero no, no es así; predomina la hipocresía y con frecuencia se ejerce la intimidación. Cuando alguien quiere decir lo que cree y se desvía del canon impuesto, se le somete a inapelables estigmas y se le convierte en blanco de odio. Cuando 'se está en la verdad' se tiene 'derecho' a insultar a los herejes que van contra el dogma y que deben ser reducidos al silencio o al castigo. Los 'buenos' se creen llamados a luchar y a 'hacer historia', son los señores de la tierra. Los 'matones' narcisos, 'líquidos' y consentidos, pueden imperar a sus anchas en las calles y las vías públicas; y echar de ellas a los 'otros', pues son el 'absoluto mal'. Los 'otros' que se aguanten, que callen y se queden en casa sin salir, o que se vayan de la 'tierra santa' al infierno de donde vinieron.
¿Por qué ante los defensores de la 'tribu' callan los excluidos? Son mayoría y tampoco deben resignarse a pasar vergüenza, ni rendirse a los exaltados. Son personas y auténticos ciudadanos, y deben creérselo. Sólo ellos se pueden rescatar de un silencio opresivo e infame, aquí y ahora. Necesitan superar los miedos, cargarse de razones y, ante todos los sometimientos humillantes, rebelarse en coro.
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