Cada día, los medios de comunicación publican informaciones que dan cuentan del número de personas que llegan en pateras a las costas españolas, principalmente a las andaluzas. No todas estas personas que vienen hacinadas en ese "transporte" especulativo y asesino cuyos espacios minúsculos pagados a precio de oro, consiguen su objetivo de llegar a su destino. Una buena parte de ella, en otros casos toda, han dejado sus vidas en ese intento desesperado de conseguir llegar a la tierra prometida que para ellos representa la vieja y fría Europa.
Posiblemente, las imágenes que emiten los telediarios, impactantes para unos, cotidianidad para otros, hacen que, por desgracia, la gente se las tome como una rutina más ¿Está vacunada la sociedad contra la desgracia humana? Es más que probable dado que en la mayoría de los casos lo único que hacen es una exclamación ¡pobrecitos, qué pena! Pero este sentimiento compasivo dura bien poco, la memoria es frágil y las ganas de hacer algo para que eso no pueda suceder se han escondido en la pereza, la desidia y la indiferencia.
La iglesia en su conjunto, solo de vez en cuando, muy poco por cierto, se acuerda de la tragedia de lo que está sucediendo con estas personas que mueren en el mar. Los organismos públicos dicen hacer lo que pueden, pero no siempre es suficiente, vistos los resultados.
En julio de este año, 20.992 inmigrantes han llegado a España en panteras, de los 55.000 que lo han hecho al resto de Europa. No nos engañemos, a la Europa que representa España, Italia y Grecia, el resto, miran para otro lado. De esa cifra tan importante, 1.500 se han quedado en el intentoy el mar los ha dejado por el camino. Sus sueños solo han sido realidad en ese paso por las pateras miserables y sin condiciones. Las cifras son realmente reveladoras, pero tan frías que no son capaces de despertar la indiferencia colectiva.
Son tres países: Grecia, Italia y España, los que están sufriendo la avalancha de inmigrantes, mientras que el resto, los considerados países ricos, adoptan una postura como si el tema no fuera con ellos, sino de estos países. Es la Europa de los dos niveles, situación que debe solucionarse ya . En este tema prioritario deberían poner su empeño las autoridades comunitarias.
Lo que se les están haciendo estas personas es contribuir a sus muertes que deberían pesar sobre sus conciencias. Atajar también el mercado económico, manchado con sangre, de los desaprensivos que trafican con seres humanos debería estar también en sus prioridades.
La UE y los países que están en ella, no pueden ni deben ser ajenos a lo que está ocurriendo. La sociedad tiene que despertar y concienciarse de este drama humano, si no también está siendo cómplice de estos asesinatos.
Escribe tu comentario