Cuando el flamante conseller de Exteriores de la Generalitat de Catalunya, Alfred Bosch, elige como primer viaje oficial Bruselas para entrevistarse, o quizás rendirle pleitesías al mismísimo expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que flaco favor le ha hecho a su jefe Junqueras y los exconsellers que se encuentran en prisión, es un mal comienzo. Además, el viaje se produce en plena huelga de los profesionales de la sanidad en la que reivindican más recursos, después de los recortes sufridos en todos estos años. No es buena decisión esa visita y la reunión que posteriormente va a tener con todos los "embajadores" catalanes por el mundo. Es un gasto que se podía ahorrar y emplearlo ,por ejemplo, en contratar más médicos. Los profesionales están que trinan: regatean inversiones y se gastan el dinero en acciones meramente partidistas, comentan.
Bosch llega con ganas de dejar su impronta en exteriores. De candidato a la alcaldía de Barcelona, elegido en primarias, pasa a relevar a Ernest Maragall, que en su recta final como político se ha vuelto más independentista que cualquiera. Es lo que toca después de su paso por el PSC donde ha estado toda su vida política y del que se ha marchado tras perder los cargos. Algunos lo llaman "evolución" ideológica. No le ha ido mal con el cambio. Por eso, el republicano Bosch está dispuesto a llegar más lejos en sus pretensiones de abrir nuevas embajadas que su antecesor, lo que significa un desafío al gobierno de Pedro Sánchez, cuando su compañero de partido y responsable de las finanzas de la Generalitat, Pere Aragonés, están en plenas negociaciones con Madrid para conseguir más dinero. Falta le va a hacer, entre otras cosas, para convencer a los profesionales sanitarios en huelga de que desistan y vuelvan al trabajo con promesas de mejora. No es una situación buena para los republicanos ahora, debe solucionar el problema. Antes estaba Toni Comín, fuera ya de ERC, y ahora la consellera actual también del partido. ¿Se ha notado cambio en la sanidad con la gestión republicana? La huelga demuestra que no. No es un tema de tiempo, sino de política sanitaria y de los responsables que han puesto al frente. No tienen ni idea, así de claro.
Junqueras en prisión, Puigdemont en Waterloo haciendo la guerra por su cuenta, o como dicen algunos, ayudando a su antiguo partido a que siga cayendo como muestran las últimas encuestas.
La confrontación no es aconsejable para nadie: diálogo y pacto son dos elementos importantísimos en política, sobre todo entre instituciones. Los egos, el partidismo y la chulería suelen tener un recorrido corto. La peregrinación a Bruselas y la presentación de credenciales a Puigdemont no es un buen camino ni un buen inicio ¡Qué error!
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