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Iceta for President

Manuel Fernando González Iglesias

Iceta


La comparecencia de Miquel Iceta ante los periodistas en el Parlament de Catalunya, confirmando la noticia de que era el candidato del PSOE a presidir el Senado, me anima hoy a escribirles unas líneas sobre su novedoso proyecto personal, ya en el terreno acotado de la política española.


Doy por hecho que las declaraciones de las últimas horas de las formaciones independentistas, PP y Ciudadanos en contra de su candidatura son fuegos de artificio dirigidos a mantener viva la ilusión de sus militancias en medio de una contienda electoral municipal, autonómica y europea incierta, que en la práctica no deben tener mayor consecuencia que la meramente verbal, ya que la regla de cortesía parlamentaria en Catalunya es sagrada, porque somos todavía un país serio y, por lo tanto, nuestros representantes públicos también lo son.


Si los socialistas deciden cambiar a Jose Montilla por su hijo político Miquel Iceta en el Senado, es un asunto exclusivo del PSC porque, de no serlo, se abriría un melón institucional muy grave de no retorno que, precisamente, los sociatas catalanes nunca han puesto en peligro en las circunstancias parlamentarias más difíciles, fuera quien fuera el candidato o candidata que precisara su voto para ocupar su plaza de representación autonómica en la Cámara Alta.

Decir lo contrario es mentira. Otra cosa es que las opiniones sobre la idoneidad de las personas les hayan merecido, repito, verbalmente, algo muy diferente al voto luego emitido.


Por resumir: aunque estemos como estamos social y políticamente, el voto a favor o la abstención a la candidatura de Miquel Iceta es de obligado cumplimiento para la oposición y los parlamentarios del procés, si es que el sentido común y la vergüenza ideológica no se han perdido en el Parlament de Catalunya que, sinceramente, creo que no.


A partir de ahí, Iceta vuelve a Madrid como ya lo hizo en 1995 para ocupar aquel bienio el puesto de Subdirector del Gabinete de la Presidencia del Gobierno al lado de Narcís Serra, al que supo ayudar de forma excelente -doy fe de ello- porque profesionalmente me pilló aquella etapa en la capital del Estado al frente de la antena de mi querida Onda Cero.


Como Moncloa y la sede de la radio en Pintor Rosales caían cerca, pude conocer mucho mejor al que entonces era la gran promesa política de los socialistas catalanes; por lo tanto pude seguir un trabajo -me reafirmo- que fue muy brillante y valioso, así como su vuelta a casa.


Su afición a proteger a algunos dirigentes amigos de su partido ha sido especialmente errónea en los últimos años y ha lastrado gravemente su imagen y, sobre todo, la fama más que merecida de que su cabeza era la mejor amueblada del socialismo español junto a la del gran Alfredo Pérez Rubalcaba.


Por eso soy de los que espero que en su vuelta -como se dice en la novela negra- al lugar del crimen, su acción institucional sea muy importante para la construcción federal de este país llamado España y, sobre todo, para encontrar desde el Senado una solución razonable a los conflictos territoriales, Catalunya y Euskadi incluidas, que cicatrice poco a poco las heridas sociales que ahora mismo son muy dolorosas y ponen en peligro el futuro de las generaciones venideras.


El criticar duramente a un político cuando se equivoca no debe nunca impedir que un periodista vea más allá de la pelea dialéctica, y en este caso me toca discrepar de varios colegas y amigos reconociéndole a Iceta sus innumerables méritos políticos como estadista para presidir el Senado, una cámara que necesita, como ninguna otra, un cambio fundamental por el bien de todos.


Pedro Sánchez sabe bien lo que se hace, porque además de escoger un gran Presidente para la Cámara Alta, se lleva a Madrid a un negociador de primerísimo nivel, que conoce perfectamente las interioridades del Palacio de la Moncloa y, sobre todo, sus síndromes más agobiantes.


El que muchos le pongan pesadas piedras en su camino al candidato a presidir al Senado formará parte de su vía crucis personal, porque estas putadas entran, como se dice en estos casos, dentro de las servidumbres del cargo.


O sea, como dice el titular, respetuosamente les ofrezco mi lema: Iceta for President.


Este editorial se publicó originalmente en catalunyapress.es

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