Cuando los políticos no discuten por las horas de paseo, se la pegan hablando de las fases de libertad condicional de sus conciudadanos que están hasta las narices de la falta de pruebas efectivas para detectar el coronavirus mientras un misterioso comité científico, siempre a la sombra, ordena sus vidas y hace recuentos, que algún día los jueces llevaran a las salas de los juzgados para que todos sepamos como se ha jugado con nuestras vidas, especialmente con la de las personas de más edad, por parte de unos expertos que ya han causado, a día de hoy del florido Mayo, 25.857 muertos.
El Gobierno de la Moncloa, mientras tanto, se prepara para hacer un sentido homenaje a esas personas, cuando, lo que debe hacer, es llevar todos los casos ante los Tribunales para que también todos sepamos lo que hay en esta tragedia de ignorancia dolosa, falta de previsión y hasta supuestas compras de material bajo sospecha y a destiempo. Sera difícil de entender por parte de las familias de las víctimas que, los mismos y las mismas, a los que se les supone principales actores del drama, sea por acción o por omisión, se vistan ahora de riguroso luto para mostrarse compungidos ante tamaño despropósito.
Y claro, ahora a la hora de que volvemos a la normalidad, Dios lo quiera y no, ni el gobierno, ni las diversas oposiciones, acertemos con los horarios y el tempus de desfogue, porque lo de la vacuna de los científicos va para largo, y a los virus no los mata ni siquiera la milagrosa lejía trumpiana, verdad relativa, como aquella otra que dice que la Comunidad europea nos va a salvar a italianos y españoles de la hecatombe económica que se nos viene encima. Al final, portugueses, en mejor situación que nosotros, porque su socialismo es más inteligente que el nuestro y conecta con hechos con sus votantes y también quienes no lo son, nos demostraran que, en cuestión de crisis y alianzas políticas, su vieja alianza con los británicos les ha servido de mucho para tirar hacia adelante frente a la voracidad especulativa de holandeses, suecos, daneses y alemanes a los que ha plantado públicamente cara, para vergüenza de nuestro soberbio inquilino monclovita. El tiempo nos dirá si en las islas del canal acertaron en su desmarque de Bruselas, y como queda la Unión Europea cuando acabe todo.
Por cierto, la decisión de dimitir tomada por la señora Yolanda Fuentes Directora General de salud Pública de la Comunidad de Madrid es acertada, en un tiempo en que Catalunya y Madrid son la vergüenza de este país en cuanto a contagios y fallecimientos. ¿Aprenderá algo de esta decisión alguno de los dirigentes de su partido? . Lo dicho: Esto es un sin vivir.
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