El Gran Sánchez intentó hace unas de semanas reeditar el Pacto de la Moncloa, sin darse cuenta que ni él es Adolfo Suarez, ni que en la oposición había políticos como Felipe González, Santiago Carrillo, Manuel Fraga, el alcalde Tierno Galván, Miguel Herrero de Miñón o Miguel Roca, por citar algunos nombres más conocidos. Eso no pasa ahora, y como las comparaciones son odiosas, mejor quedaremos todos diciendo, que ésta es otra política y sus protagonistas son lo que sus votantes han tenido la desdicha de votar. Por eso, atreverse a reeditar un acto histórico cuando somos muchos los que recordamos los tiempos en que la foto de aquel entonces ya es hemeroteca, resulta una temeridad propia de un momento de euforia personal, el retitular sin el menor sentido.
Por eso la foto de familia de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias, la ministra podemita Yolanda Diaz, artífice de la gestión de estos acuerdos, el Presidente de la CEOE y los secretarios generales de Comisiones y UGT nos deja fríos. Es más, cuando se les ve a estos dos últimos, echamos mucho de menos a Nicolas Redondo y Marcelino Camacho o a Zufiaur. La instantánea nos pilla vacíos de sentimientos, y de lo que se proyectó a lo que ahora vemos, tan solo se ve que se ha dado un pequeño paso en la dirección correcta hacia acuerdos de bajo nivel, que, unos y otros, unas y otras, han de comenzar a firmar ya, aunque a su vanidad o su ideología, de todo hay en el Madrid de los Sánchez y los Iglesias, no les convenga o no les guste. Porque, si no se hace así, tenemos todos los números para llevarnos “el cuponazo europeo” en lo que refiere al número de parados y cierre de miles de negocios por ruina total.
Como parece, este Acuerdo de los ERTES, se financiará con dinero público. O sea: lo pagamos todos con nuestros impuestos, salvo que la Ministra gallega consiga convencer a sus homónimos europeos para que suelten la guita inmediatamente. Palabra muy querida por mis hermanos argentinos que me la metieron en mi vocabulario cuando tuve la suerte, en mis años jóvenes, de convivir con ellos y que es sinónimo de buena pasta. Ante semejante panorama, al mal llamado Pacto de la Moncloa actual, podríamos endosarle un titular más vallenclainesco para quedarnos en su justo término: El Parche de la Moncloa, porque, ya va siendo hora que a las cosas que nos pasan en estos tiempos de penuria y pandemia les llamemos por su nombre, y no por el que nos quieren endosar en el subcosciente nuestros admirados políticos con sus innumerables discursos de propaganda.
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