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​¿El Catalunya-Rusiagate cosa de Mortadelo y Filemón?

Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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Mortadelo



Creo que muchos siguen leyendo las historietas de Mortadelo y Filemón con sus personajes entrañales: los dos protagonistas, el “super”, el profesor Bacterio y la señorita Ofelia, entre otros han marcado varias generaciones que han leído con deleite sus andanzas de detectives, espías y agentes de la ley . Una frase  que nadie ha olvidado de ellos es “Servidor de usted y picapedrero”. A estas alturas, los personajes de Francisco Ibáñez, tienen sus replicas y creo que las seguiran teniendo, porque la condición humana no está dispuesta a cambiar.


Estos días, los temas de espionaje, “revoluciones”, estrategias de despiste, contactos alucinantes que han salido a la luz - antes también se había hablado- por la publicación del diario estadounidense, The New York Times en la que explica, las visitas a Moscú para pedir ayuda para la independencia  catalana -no ha sido el único- de uno de los hombres de confianza de Carles Puigdemont, Josep Lluís Alay, ha hecho correr rios de tinta.


Los viajes se produjeron, dos años después del “referéndum” del 1-O, tras darse cuenta que ni Europa, ni EEUU apoyaría el mismo. Por eso, Alay y compañía, linces en estratégicas internacionales, geopolíticas y fantasías más propias de Mortadelo y Filemón que de unos políticos serios, leales y responsables decidieron “arrimarse” a la otra gran potencia mundial: la Rusia de Putin, por un lado y China por otro. La cosa no cuajó, aunque alguna ayudita tuvieron del entorno del “gran” jefe de la KJB, porque le interesa y le sigue interesando la inestabilidad del viejo continente y seguir metiendo cada vez más su “patita” en ella. “En el pueblo siempre conducía yo a los borregos hasta el establo así que suba, suba "tendré mucho gusto en llevarle”, es una de las frases brillantes de Mortadelo y Filemón. ¿Le reconocería los espías de Putin a Alay, como máximo responsable de la T.I.A?.


A los ideólogos y “padres” de toda la hoja de ruta de la “independencia” que tanto les gusta las reseñas sobre sus temas que se publican en medios, cuando son positivas - previo pase por taquilla- en los medios internacionales, que ahora sea el The New York Times quien se haga eco de estos episodios no les ha hecho ninguna gracia y Carles Puigdemont en su Twitter, sin nombrar al medio -no hace falta- dice ”Cuando la propaganda penetra en los referentes de la independencia informativa, la democracia se resiente y acaba sirviendo de ayuda a los regímenes autoritarios, porque blanquean sus prácticas. Moverse por "confirmación bias" es un error, en política y en inteligencia”. Ahora las criticas llueven y ya no es tan creíble. Esa es la libertad de expresión y la credibilidad que le da a los medios que no son de su órbita.


Para desviar la atención hacia otro lado, este lunes, el huido Puigdemont vuelve a la carga, en un comunicado del Consell per la Republica en el que llama a la confrontación con el Estado- para que la gente acuda a la manifestación del 11 de septiembre- cuando su partido forma parte del gobierno catalán y estará presente en la mesa para el dialogo. Un nuevo torpedo a Pere Aragonés al que debe estar a punto de salirle una úlcera de estomago de tanto tragarse los envites del expresidente y algunos de sus conselleres. No se quien dijo que la mejor defensa es un buen ataque y esa es la táctica que está empleado Puigdemont.


Las acciones realizadas por Alay y compañía, por mucho humor que le podamos dar, es muy grave: el susodicho es el jefe de la Oficina del Expresidente Carles Puigdemont – percibe por ese trabajo 105.000 euros anuales- y por tanto cobra de la Generalitat.  Este “señor” vulneró la Ley 13/2005 de la Generalitat que regula las incompatibilidades de las actividades de los altos cargos de la administración. Lo hizo a ocultar sus viajes a Rusia y los contactos que había realizado en ese país ¿quién pagó los gastos?, ¿cómo se justifican?. La concellería de Exteriores no tenía conocimiento de esos viajes y, además, en la memoria de actividades que cada año publica la oficina del expresidente, tampoco hace referencia a los mismos.


En un país “normal”, este hecho habría levantado más de un cese, pero aquí, es como las historietas de Mortadelo y Filemón. La diferencia es que el cómics nos hacen pasar un buen rato y arrancan algunas sonrisas, incluso carcajadas, y los de los viajes "secretos" nos causan rabia, incredulidad y mala uva porque utilizan los dineros de todos y la buena fe de unos cuantos que se los creen. 

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