El progreso, los avances de un país, siempre tienen costes, no hay la menor duda. La cuestión es valorar los pros y los contras y tomar las decisiones que convengan. Nada sale gratis, pensar lo contrario es de una ingenuidad supina. Siempre hay un coste, no hablo económico, que también, sino social o medioambiental. En la vida ir con un lirio en la mano puede ser muy romántico, pero la realidad de este mundo cambiante es bien distinta.
Estos días, después del anuncio del gobierno de España de un acuerdo con el gobierno de la Generalitat de Catalunya para la ampliación del Aeropuerto Josep Tarradellas-más conocido con el Aeropuerto del Prat-, las opiniones a favor y en contra de la medida no se hicieron esperar: desde dentro del gobierno de Pedro Sánchez, sus socios/opositores no estaban mucho por la labor. Este jueves, la vicepresidenta Yolanda Díaz, acompañada de la alcaldesa Colau - manifiestamente contraria a la ampliación- visitaban la Ricarda, espacio natural al lado de Aeropuerto y que se vería afectada por la ampliación -recordemos que el espacio es de titularidad privada y su acceso a la misma también- y se mostraba contraria a la ampliación y encantada con el espacio que solo disfrutan unos pocos. En el gobierno catalán, división de opiniones, mientras el presidente Aragonés y sus consellers republicanos han cambiado de criterio y ahora ponen pegas. Tal es así que habían anunciado su presencia en la manifestación que se tiene prevista realizar en contra de la ampliación.
Este cambio de actitud de los republicanos se deduce que es consecuencia de las presiones recibidas - y que no ha sabido aguantar- por la CUP, soberanistas y ecologistas, ha sido la causa de que este miércoles el Gobierno anunciara que quedaba congelado “sine die” el millonario proyecto de ampliación tan importante para Catalunya y que suponía una inversión de 1.700 millones de euros-.
El cambio de criterio del presidente Aragonés ha molestado mucho a su vicepresidente Jordi Puigneró de JXCat, porque él había negociado y pactado el acuerdo con el gobierno central y se siente desautorizado. En declaraciones realizadas a los medios Puigneró manifestaba su malestar y acusaba al gobierno de haber roto unilateralmente el acuerdo y, además, él en ningún momento había manifestado su intención de asistir a la manifestación. Así que el fuego cruzado entre la Generalitat y el Gobierno de Sánchez está servido, pero es que además, dentro de los dos gobiernos hay sus desacuerdos públicos: discrepancias entre los dos socios del gobierno. En el gobierno catalán sucede lo mismo con ERC y JXCat, Estos episodios suceden a pocos días de la mesa de negociación y de la elaboración de los presupuestos del estado y de Catalunya.
Todo este follón producido por la “la Ricarda”, que en todos estos años las distintas administraciones no han sido capaces de comprarla - todo su entorno pertenece a una familia de la burguesía catalana- para hacerla pública y ser disfrutada por la ciudadanía, ahora ponen el grito en el cielo y se erigen en lo quijotes de la Ricarda. Esta “cruzada” me recuerda a lo sucedido en su día con la desviación del río Llobregat que generó controversia por su “impacto medioambiental” en las zonas que se verían afectadas. Pese a las diferencias, finalmente se llegó a un acuerdo, el 16 de abril de 1994, que firmaron los representantes de: el Ministerio de Obras Públicas Transporte y Medio Ambiente, la Generalitat de Catalunya, el Ayuntamiento del Prat de Llobregat, el Consell Comarcal del Baix Llobregat, la Mancomunidad de Municipios de Área Metropolitana de Barcelona y el Ayuntamiento de Barcelona.” El objetivo básico del convenio es preparar la infraestructura necesaria para que Barcelona se convierta en la plataforma logística de distribución del sur de Europa. Este objetivo comporta abordar proyectos de gran magnitud como el desvío y canalización del río Llobregat, la ampliación del puerto de Barcelona y la ampliación del Aeropuerto del Prat, así como diferentes actuaciones en las redes viarias y ferroviarias” decía uno de los párrafos. Además, las afectaciones medioambientales en la zona eran importantes, pero las partes implicadas fueron capaces consensuar alternativas compensatorias que equilibraron la balanza .En esa ocasión, pese a ser más complejo, todas las partes cedieron. Ahora, la ampliación del aeropuerto cuyo objetivo es el de hacer del mismo un “hub” internacional, es decir, un enlace relevante en las comunicaciones mundiales desde Barcelona y se pueda desarrollar al máximo, algo que no puede suceder sino se produce la ampliación.
Ampliación del aeropuerto, pero creando también un nuevo espacio protegido, esa era la idea, como sucedió en su día con el desvío y canalización del Río Llobregat, que al final nadie se llegó a quejar con el proyecto y no se ha vuelto hablar del tema. El progreso, que tiene en cuenta el cuidado y la protección de la naturaleza, del medioambiente, no quiere decir que todo quede como está, sino adaptado a los nuevos tiempos. El mundo no se para, la evolución sigue su camino y Catalunya, de momento, se queda con el aeropuerto como estaba, ante el cabreo del mundo empresarial que pide colaboración entre las dos instituciones y que había apoya el proyecto. Y la gente se queda, una vez más, con la boca abierta por este episodio.
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