La invasión de Rusia y la guerra que ha provocado están llegado a un punto tal que más de un millón de personas se han visto obligadas a marcharse de su país en unas condiciones más que lamentables. Los bombardeos continuos y los ataques indiscriminados a la población civil son cada vez más sangrientos. Pese a ello, el ejército ucraniano y la población, en un gran número, han salido a la calle para defender a su país con las pocas armas de las que disponen ,defenderse, y que necesitan más urgentemente. Este es un panorama realmente dramático que cuenta con la solidaridad de la Unión Europea, EEUU y muchos otros países del mundo, que están ayudando en un intentode impedir el avance y la masacre del ejército ruso.
Este jueves, China se ofrecía como mediador en el conflicto, pero parece que el ofrecimiento - es más una pose que una oferta en firme- no ha gustado a la UE, EEUU, ni tampoco al propio Putin. China quiere erigirse en el árbitro del conflicto y desempeñar un rol de país “bueno”. Juega un doble papel: se ofrece de mediador, pero a la vez se abstiene en la resolución de la ONU, en cuyo texto deploraba la agresión rusa contra Ucrania y pedía a Moscú que ponga fin y retire inmediatamente y sin condiciones sus tropas del país vecino. Los países que votaron en contra fueron: Rusia, Bielorrusia, Siria, Corea del Norte y Eritrea. Este último fue el único de los países africanos pertenecientes a Naciones Unidas que votó en contra y que sorprendió a más de uno. No es de extrañar, porque las relaciones que mantiene el dictador eritreo con Putin son excelentes y su colaboración “empresarial” también. Rusia vende gran cantidad de armas a ese gobierno autoritario. Como se puede comprobar, los dictadores siempre van juntos y se entienden perfectamente. Entre los países que se abstuvieron están entre otros China, India y Pakistán, dos poderes nucleares. Además, cuatro países de América Latina: Cuba, Bolivia, El Salvador y Nicaragua también se abstuvieron.
La actitud de China no es casual, gratuita, ni sincera, sencillamente está aplicando - como muchos de ellos, no es el único país- la realpolitik, pese a que forma parte - o quizás por eso- de la asociación de países más poderosos dentro de las economías emergentes conocido con el nombre BRICS. ¿Quiénes lo integran? Rusia, China, Brasil, India, y Sudáfrica. ¿Se entiende ahora las relaciones entre esos países? China es una gran economía que va ampliando su poder territorial y económico. Lo hace de una manera discreta. Uno de los ejemplos -hay más-: lleva ya unos cuantos años haciéndose con grandes extensiones de terrenos en Sudáfrica, lo que quiere decir que en un abrir y cerrar de ojos, será la gran “terrateniente” de la zona y propietaria de casi todos los productos naturales, que no son pocos, especialmente minerales estratégicos.
El grupo de países que conforman el BRICS representan el 20% de la inversión mundial, agrupa al 43% de toda la población mundial y producen más de un tercio de la producción mundial de cereales. Pese a que los BRICS han tenido unos años de crisis por discrepancias entre algunos de sus miembros, de nuevo han vuelto a renacer con fuerza.
India está practicando un doble juego en la guerra de Ucrania: omite referirse a la invasión rusa y se abstiene en la votación del Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la ONU, lo que es visto como un apoyo velado al Kremlin. Mientras está intentando el equilibrio con Rusia, no quiere tampoco enfadar a Biden. Un paso injustificado pondría en peligro su papel dentro del Quad, la alianza de EE: UU, Japón y Australia cuya función es frenar el furor expansionista de China por la región Indo-Pacífico. Claro que en el punto que se encuentra la situación, finalmente, India tendrá que dejar de hacer malabarismo para mantener su equilibrio en la contienda, se lo van a exigir.
Algunos países se preguntan ¿Se está consolidando un tándem de dos potencias: la monetaria (Beijing) y la militar (Moscú)? Ambas aspiran, cada una a su modo, a tener derecho a intervenir en caso de un cambio en el orden geopolítico que actualmente está encarnado por EEUU y Occidente.
Mientras crecen los intereses económicos, geopolíticos y de líderes que quieren escenificar su poderío, miles de personas están siendo masacradas por el ejército ruso, a las órdenes de un criminal llamado Putin. Una situación que ha puesto de manifiesto varias cosas: la unidad de los países europeos y su implicación en ayudar a Ucrania. La solidaridad de la gente con los que sufren los efectos de la guerra y el conocimiento de personas sin escrúpulos que ni piensan, ni sienten el sufrimiento de los demás
Si la guerra no se para, pese a los esfuerzos y la dignidad de los ucranianos, esto puede acabar muy mal. Putin ha dejado ver su verdadero rostro: un pequeño gran aniquilador.
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