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Mónica Oltra y su “feminismo” a la carta

Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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No sé quién dijo que “la honradez, no solo hay que aparentarla, sino también practicarla”, cosa que no suele ocurrir en la política, por desgracia. Este martes, a la hasta ahora vicepresidenta del gobierno valenciano Mónica Oltra, no le ha quedado más remedio que presentar su dimisión antes de que la cesara el presidente Ximo Puig, tras el revuelo público-mediático que se ha formado después de ser imputada por el presunto encubrimiento de abusos sexuales de su exmarido a una menor.

 

La portavoz del Consell, Mónica Oltra, en la rueda de prensa tras el pleno semanal
La exportavoz del Consell, Mónica Oltra, en la rueda de prensa tras el pleno semanal

 

Cuando se conoció la imputación, lo primero que manifestó Oltra es que era inocente y que no pensaba dimitir. Unas declaraciones que nada tienen que ver con sus discursos contra la corrupción de políticos del PP valencia de los que fue fustigadora implacable. Oltra se ha equivocado al no dimitir desde el primer momento que se conocía su imputación y su planteamiento tendría que haber sido “no soy culpable, pero me retiro hasta que se aclare la situación, por el bien del gobierno de Valencia y por no implicar a mi partido”, cosa que no hizo en ese primer momento. Decía Demóstenes que “las palabras que no van seguidas de los hechos no valen para nada”.

 

Porque si al final la justicia sentencia que Oltra es inocente de los cargos que se le imputa, tiene su vuelta a la vida pública garantizada. Ahora, con ese papelón tan poco ético que ha interpretado, tengo serías dudas de que pueda ser rehabilitada por la ciudadanía. La política no ha dado ejemplo ético en toda esta historia, porque solo se ha preocupado de ella - es humana- y no de la niña que en su día era una menor tutelada y que la administración no veló por ella. ¿Vale más un cargo de vicepresidenta que una niña? Que se sepa, de este tema la ya exvicepresidenta no ha hablado, ni tampoco Yolanda Díaz, Belarra, Montero y compañía, grandes feministas de boquilla que se han olvidado de las fechorías del indeseable - ya condenado- de las que ha sido objeto la joven -, pero sí se han preocupado de salvar la imagen de la colega política. ¿Y estas son las grandes defensoras de las mujeres? Serán de las mujeres que son de su cuerda, del resto no vale la pena.

 

Recuerdo con claridad cómo Mónica Oltra llegó a la fama mediática-popular tras protagonizar un episodio de denuncias contra los entonces políticos - entre otros- Francisco Camps y Rita Barberá. La joven política se ganó el calificativo de valiente y así se confirmó cuando su partido - liderado por ella- formó gobierno con los socialistas de Ximo Puig. Oltra significaba el aire fresco que llegaba a la nueva política que le ha durado siete años. Aún resuenan las palabras que en el 2009 le dirigió al entonces presidente valenciano Francisco Camps: “El día que me vea como usted, imputado, vilipendiado, pillado en todas las mentiras posibles, y más, siendo el hazmerreír de toda España, apareciendo más en las viñetas de los humoristas que en las noticias, ese día sí que me iría a mi casa”, promesa que solo ha cumplido porque la han obligado a marcharse antes de que Puig la hubiera cesado. En este contexto, me viene a la memoria una frase de mi admirado Jaume Perich que dice: “Un político es el tío/a que tiene soluciones cuando está en la oposición y problemas cuando está en el gobierno”. Pues eso. No hay que olvidar que las acciones tienen consecuencias y estas hay que asumirlas, guste o no.

 

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