Hay métodos, estrategias, marketing que utilizan los partidos políticos para tener presencia en los medios de comunicación con el fin de que se visualicen sus propuestas. Las hay más o menos correctas y otras, en cambio, son de una demagogia infumable. Pese al paso del tiempo y al conocimiento de los errores cometidos, lo lógico sería ir puliendo las acciones. Desgraciadamente, algunos no aprenden.
Pablo Iglesias la ha vuelto a liar. Ha escenificado su voluntad de presentar una moción de censura a Mariano Rajoy. Para ello, no se le ocurre mejor idea que la de convocar a los medios de comunicación con el fin de que sirvan de informadores a la ciudadanía y a los partidos políticos, a los que después pide que se sumen a su propuesta. Es el Dios en la tierra a los que le tienen que seguir fielmente los demás. Es un novato político con malas intenciones.
Cuando alguien pretende que una acción sea de consenso, lo primero que tiene que hacer es comunicárselo, en persona, al resto de grupos para comprobar si están de acuerdo todos. Después, se convoca a los medios de comunicación para informar de la decisión, no al revés. Esto no es un juego de patio de colegio ni se trata de hacer una travesura para demostrar quién es más valiente a la hora de enfrentarse con el primo de Zumosol. No. Hay que ser menos marrullero y más transparente, serio y responsable. Las trampas no se hacen ni en los solitarios.
Los medios de comunicación no deben utilizarse para hacer campañas al estilo de los detergentes para ver quién lava más limpio. Hay que ser más riguroso si quieren que alguien los tomen más en serio.
Iglesias sabe que no cuenta con el apoyo suficiente para que prospera su iniciativa, por eso lo hace. Se trata de entretener al personal para tapar sus pocas aportaciones en el Congreso.
Lo que está buscando el líder de Podemos es sencillamente desestabilizar al PSOE, que se encuentra en plena campaña de primarias, con enfrentamientos más que evidentes entre algunos de los candidatos y no se encuentra en sus mejores momentos. Le está echando una mano a su amigo Pedro Sánchez, el mudito en este tema. Al que tanto le gusta largar, ahora está más callado que Harpo Marx.
Artículo publicado originalmente en CatalunyaPress.
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