El catedrático universitario venezolano Alex Fergusson es una de las firmas que dan prestigio a nuestro Grupo Editorial. Este profesor, que se ha quedado a vivir en su país, cuando podía hacerlo cómodamente en otro mucho menos convulso y democrático, sigue enviándonos desde la Venezuela de Maduro sus crónicas llenas de sentido común y patriotismo, jugándose la vida permanentemente. Su ideario es muy simple: aboga por la paz y pelea por la concordia y el bienestar de sus compatriotas. Naturalmente a Nicolás Maduro, que el profesor Fergusson escriba más allá de las fronteras nacionales chavistas, le produce un dolor de estómago insoportable, porque quien nos pone al día de lo que pasa en el país hermano no es un bocazas como él sino un intelectual de prestigio reconocido.
Alex Fergusson, en su no muy lejano viaje a Barcelona en compañía de su esposa, la periodista y escritora Ludmila Vinogradoff, la mujer que más veces ha entrevistado a Hugo Chávez desde que lo detuvieron por golpista hasta cuando ha dirigido con mano de hierro la Presidencia de Venezuela, ya nos puso sobre aviso sobre un político español apellidado Monedero, del cual, en aquella época, ya se había escrito bastante en España por sus poco claras relaciones económicas y doctrinarias con el Régimen Chavista.
El autor de éste articulo quería saber de unas personas serias y profundamente conocedoras del hábitat político venezolano cuáles eran sus experiencias en torno al personaje, sin que lo que ya salía en los periódicos españoles, pudiera mediatizarle. La verdad es que la conversación dio bastante de sí y me permitió saber muchas cosas del mentor de Pablo Iglesias, que había hecho fortuna en tierra extraña, a donde había viajado como activista político y consejero, para terminar auto-excluyéndose de las tertulias de los intelectuales venezolanos de prestigio porque "su aguante democrático era más bien escaso". Sobre lo que cobró o dejó de cobrar de Chávez y los suyos, prefiero no escribir, porque pienso que, antes o después, ya hablarán los dirigentes chavistas que abandonen el barco y quieran evitarse problemas en España. El dinero que no figura en las cuentas del estado es un océano inmenso del que solo saben los que navegan en él desde las cloacas del Gobierno.
Ese mismo Juan Carlos Monedero estuvo este domingo en Gavá. Vino a saborear una paella con los podemitas del Baix Llobregat, cobró sus dietas y volvió a dejar "su impronta totalitaria" ante un auditorio que escuchó atónito su "profunda reflexión" de que "con los comunes tenéis que poneros de acuerdo sí o sí". Para entendernos: todos y a la orden de ya, incluido el elegido Dante Fachín, a lo que manden Ada Colau y el besucón Xavi Domènech y en fila de a dos. Prohibido pensar, y sobre todo, que de los círculos se vayan los disidentes, porque Madrid ya piensa por todos y los militantes de Iniciativa sí son de fiar.
Ese Podemos chavista que propugna Monedero es un calco geográfico de las ideas 'monedarianas' que mis colegas y amigos venezolanos supieron explicarme fraternalmente y con profunda amargura hace unos meses en su visita a Catalunya. Quédense con la copla los incautos, porque este sujeto, quiere además de embridar a las bases podemitas catalanas sustituir a Manuela Carmena en la Alcaldía de Madrid, un despropósito político de primera división, y sobre todo, una bomba de relojería, puesta bajo el trasero del mismísimo Pablo Iglesias, su alter ego y discípulo al mismo tiempo.
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