La ciudadanía ha respondido con su presencia en la manifestación contra el terrorismo celebrada en Barcelona. Lo ha hecho de manera pacífica, solidaria y manifestando que “no tienen miedo” ante los terroristas que matan indiscriminadamente con un solo objetivo: sembrar el terror y alimentar el miedo.
La presencia del Rey Felipe VI en la manifestación ha sido un gesto valiente, comprometido en la defensa de la paz y solidaridad. Pero no estaba solo, el presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, y todo su gobierno han estado presentes también. Lo mismo que los presidentes del Congreso y del Senado y la práctica totalidad de los presidentes autonómicos y líderes políticos de toda España. Por supuesto, el Presidente Puigdemont y los miembros de su gobierno así como los parlamentarios catalanes, la alcaldesa Colau y todos los regidores del consistorio barcelonés. Muchas autoridades han querido mostrar su solidaridad con Barcelona y con las víctimas de los atentados de las Ramblas y Cambrils. Una presencia política muy potente.
Dicen que hay un tiempo para cada cosa y que cada cosa tiene su tiempo. Pero los aprovechados, los intransigentes y oportunistas no han querido perderse la ocasión de dar una pésima imagen en esta muestra de rechazo a los terroristas.
En la manifestación sobraban las banderas y pancartas que desentonaban con el objetivo de la misma. La unidad, solidaridad, respeto y paz, premisas únicas de las aspiraciones de la inmensa mayoría de los asistentes. Solo los necios utilizados por algún partido político y asociaciones que practican la división han dado la nota. Es una pena, pero de estos elementos distorsionadores hay en todas partes.
La unidad que viene pidiendo la ciudadanía debería ser el primer objetivo de las administraciones y la clase política. Solo con la colaboración exenta de intereses partidistas se pueden alcanzar objetivos para todos. Las manos extendidasdebería ser la nueva fórmula de hacer política para conseguir más y mejores cosas.
La imagen de este domingo en Paseo de Gracia de Barcelona, donde el resto de España ha estado representada por sus gobernantes, con el Rey a la cabeza, y que ha mostrado su solidaridad y sus ganas de luchar contra la gran plaga del siglo XXI que es el terrorismo no debe quedarse solo en una imagen para la historia. Sería una pena y una ocasión desaprovechada.
Catalunya debe estar satisfecha y agradecida por las muestras de solidaridadrecibidas de toda España, como se ha podido comprobar a lo largo de estos días y escenificada en la manifestación.
Siempre hay un día después. Cómo será este es la pregunta que muchos se están haciendo.
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