Hay una expresión que refleja muy bien determinadas situaciones o actitudes de personas: “aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid…”. Algo así es lo que haciendo la expresidenta del Parlament de Catalunya, Laura Borras que, tras conocerse el dictamen del Comité de Derechos Humanos de la ONU, donde se afirma que el Estado Español vulneró los derechos políticos de Junqueras, Turull, Romeva y Rull por suspenderlos de diputados sin una sentencia condenatoria. Una resolución que no es vinculante. por otra parte. Pero por eso del Pisuerga, el partido que preside Borrás - es decir, Junts- pedía este jueves a la Mesa del Parlament que Borrás volviera a ocupar su puesto de presidenta y revocar la anulación de sus cargos. Vamos, que la lideresa de Junts quiere aprovechar la ocasión para seguir mezclando temas independentistas con actitudes personales de posible corrupción para salvar su cargo. Sin importarle que le está haciendo un flaco favor al independentismo del que ella se erige la “máxima” representante. Decía Buda que “aferrarse a la ira es como beber veneno y esperar que la otra persona se muera”.
La jugada a Junts no le ha salido bien. La Mesa del Parlament, incluido ERC, que siempre ha mantenido la misma actitud de sacar a Borrás del cargo si le abrían juicio, ha mantenido la suspensión a Borrás. Ello ha provocado un nuevo episodio de desencuentro entre los dos partidos que gobiernan en Catalunya. ”El ser humano es un mero mortal con defectos y virtudes y no adquiere entidad divina por el hecho de desempeñar cargo público”, escribía Ibiza Melián en su libro La corrupción en España y sus causas, una afirmación que viene a confirmar actitudes como la de Laura Borrás, que se cree por encima de las leyes sin asumir la responsabilidad de sus actos. Lo hemos visto antes y durante su cargo de presidenta, que ha hecho lo que en cada momento le ha venido en gana sin importarle que en muchas ocasiones su comportamiento estuviese muy lejos de la ética institucional.
La vuelta a la “normalidad” después de las vacaciones es precisamente ver que las disputas entre Junts y ERC continúan. Y no porque lo quieran los republicanos, es porque Borràs tiene un mal perder y su ego se encuentra clínicamente muy mal. No le importa Catalunya, ni su partido, le duele su vanidad que se encuentra muy herida. Eso ha hecho que arrastre a algunos dirigentes postconvergentes, entre ellos Jordi Turull, que lleva unos días lanzando “advertencias” a Aragonés y ERC con romper el gobierno. Decisión que creo que es una “chulería”, hay demasiados intereses en juego como para marcharse sin más. Mientras, otra parte de Junts no está de acuerdo con la postura de Borrás: está fastidiando a los candidatos de las próximas elecciones municipales que se ven amenazados en sus aspiraciones de conseguir buenos resultados.
El 11 de septiembre está a la vuelta de la esquina con discrepancias entre ANC, Ómnium y los partidos ERC, CUP y Junts, aunque estos últimos están intentando arreglar las diferencias con las dos entidades, más aún después de que el presidente Aragonés haya manifestado que no irá a la manifestación de la Diada que preparan - este año no es unitaria-. Los republicanos se esperaban el recibimiento que en su día tuvo el entonces presidente José Montilla, que fue abucheado y tuvo que marcharse de la misma. Hace bien Aragonés en no asistir, no necesita pasar por esa situación. Así que Junts ha confirmado su presencia después del no del presidente.
Toda la atención va a estar puesta en la Diana de este año, después, depende de cómo haya ido, las relaciones entre ERC y Junts pueden suavizarse, o lo contrario. Lo que está claro es que Borràs seguirá con su pataleo, mezclando todo e intentado seguir siendo la protagonista, sin papel institucional. Menuda es la Borrás y su pequeño círculo que la protege y la jalea.
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