La discreción, el sentido común, la tolerancia deberían ser cualidades que deben estar presentes en la actuación de las personas. En política, como representantes de la ciudadanía, se hace más necesaria que nunca. Debería ser ejemplo de ello y muchas actitudes más, como ejemplo de los valores de aquellos que gobiernan. ¿Es así? No siempre, ejemplos hay a diario.
Decía el cantante Loquillo que “ser chulo es un arte”, puede que sea algo más que eso. Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, aplicando la frase del cantante, destila arte por todo su cuerpo, especialmente por su lengua, según se desprende de las múltiples chulerías en forma de discursos que lleva realizando en estos cuatro años de mandato, que el 28 de mayo aspira a renovar.
Con motivo del día de la Comunidad que se celebra este 2 de mayo, donde se conmemora el levantamiento de 1808 del pueblo de Madrid contra la ocupación francesa, Díaz Ayuso también en una actitud chulesca se ha levantado contra el gobierno de Pedro Sánchez- no es la primera vez que lo hace- al no invitar al presidente del Gobierno de España a los actos de conmemoración. Según dice, porque el pasado año no asistió, así que lo ha castigado sin invitación, ni aplausos, ni croquetas. El que sí ha querido ir ha sido el ministro de la Presidencia Félix Bolaños - que por cierto asistió el pasado año en representación del presidente del gobierno-. Pero bueno es Bolaños, el ministro de confianza de Sánchez que se ha presentado, ¿sin avisar? No avisando, a través de los canales oficiales y a través de los medios de comunicación.
La presidenta de la comunidad madrileña, debió pensar que para chula ella. Así que cuando Bolaños se presentó en el acto, se dirigía a subir a la tribuna, fue interceptado por el servicio de protocolo de la presidenta que no le dejó subir, le señaló una silla con su nombre que le estaba “esperando” en la primera fila. Buena se ha armado entre los dos protocolos porque cada uno argumentaba sus propios criterios. Al parecer la Comunidad de Madrid se ha saltado a la torera el del Real Decreto2099/1983 al no dejar estar en a la tribuna a un ministro del Gobierno de España.
Mientras Bolaños era vetado en la tribuna, el jefe de la oposición, y presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, sí que estaba, y hasta dirigió un discurso - ¿electoralista?- al público asistente. Aprovechó para para llamar faltón al Gobierno de Pedro Sánchez ¿Discursos electorales? ¿Escenario popular en campaña electoral? Se lo han puesto en bandeja.
La actitud de la presidenta madrileña - es cosa suya- roza el autoritarismo de la que piensa que Madrid es su finca particular y como tal puede hacer y deshacer a su antojo. También representa una burla a la democracia que ella tanto dice defender. Mientras Bolaños, pese a la humillación de la que ha sido objeto, ha aguantado estoicamente el desplante , no ha rehusado saludar a la presidenta y hasta hablar con el mismísimo Feijóo, que se ha hecho el sueco ante lo sucedido.
Este ha sido un dos de mayo lleno de tensión, gestos inadecuados y un Feijóo que está demostrando que sucumbe a las decisiones de Ayuso a quien la Comunidad de Madrid se le ha quedado pequeña. Ella aspira, hace ya tiempo, a dirigir el destino en lo Universal de España. Es cuestión de meses se quitará la careta para dejar ver a las claras cuáles son sus verdaderas intenciones. Espera a las elecciones de diciembre para conocer los resultados que pueda sacar Feijóo y si no logra ganar, la sentencia será que deje la presidencia popular tras el asalto de Ayuso a la calle Génova. Tiempo al tiempo. Decía allá por el siglo XVI, el escritor francés, Jean de la Bruyere que “en la sociedad, el hombre sensato es el primero que cede siempre. Por eso, los más sabios son dirigidos por los necios y extravagantes”.
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