El agua regenerada en el Llobregat iguala la producción anual de la desaladora en 28 meses
Ha sido fundamental para evitar que Barcelona y su entorno entraran en una fase de emergencia dos de sequía, lo que habría implicado restricciones más severas
Durante los últimos 28 meses, el vertido de agua regenerada en el río Llobregat ha alcanzado los 61,8 hectómetros cúbicos, una cifra equivalente a la producción anual máxima de la planta desaladora de El Prat de Llobregat. Esta medida, implementada por la Generalitat de Catalunya, ha sido clave para mitigar los efectos de la sequía en el área metropolitana de Barcelona.
El proceso consistió en verter agua tratada desde la depuradora del Llobregat al río, específicamente en el azud (pequeña presa) situado entre Sant Vicenç dels Horts y Molins de Rei. Posteriormente, esta agua se potabilizaba en la planta de Sant Joan Despí, ubicada ocho kilómetros río abajo. Según la Agència Catalana de l'Aigua (ACA), esta estrategia ha sido fundamental para evitar que Barcelona y su entorno entraran en una fase de emergencia dos de sequía, lo que habría implicado restricciones más severas. Con la entrada en prealerta del sistema Ter-Llobregat, se ha suspendido el aporte de agua regenerada para usos prepotables, ya que esta medida está diseñada para activarse en escenarios de alerta. No obstante, se continuará vertiendo agua regenerada en el tramo final del río, en Sant Joan Despí, para garantizar el caudal ecológico y evitar una mayor liberación de agua desde la presa de la Baells.
La reutilización de agua regenerada se ha consolidado como una solución sostenible frente a la escasez hídrica. Este método no solo reduce la dependencia de la lluvia y de fuentes convencionales, sino que también presenta una demanda energética hasta tres veces menor que la desalinización, contribuyendo a una menor huella de carbono. En este contexto, Aigües de Barcelona ha iniciado la distribución de agua regenerada en ocho municipios del Baix Llobregat para usos urbanos, como la limpieza viaria y el riego de zonas verdes, reforzando así el compromiso con una gestión hídrica sostenible y resiliente frente al cambio climático.
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