En plena manifestación del 8-M con sus colegas y su jefa Irene Montero al lado, con la que está cayendo, no se le ocurre mejor idea que dejarse grabar un video cantando: “¡Qué pena que la madre de Abascal no pudiera abortar!”.
Las encuestas, como se ha podido comprobar, no siempre aciertan. Este 10-N quedará en la memoria de buena parte de la ciudadanía como las elecciones que han abierto la puerta parlamentaria a la extrema derecha, a los antisistema de la CUP y el batacazo de Ciudadanos.
Ha sido una jornada parlamentaria intensa, incluso apasionante, como no la habíamos visto y escuchado hace varias legislaturas.
En los últimos tiempos, el hasta hace pocas fechas niño mimado de las grandes empresas, ha entrado en una espiral de despropósitos que pocos llegan a entender.