Algunas personas se incorporan ya a sus lugares habituales, después de haber pasado unos días de vacaciones, bien merecidas por cierto. Otros cambiarán su rutina de estos días por la otra de las obligaciones que les tocan, sin vacaciones algunas.
La tradicional mona de Pascua ha servido para marcar, en Catalunya, que se ha terminado la Semana Santa: festejos religiosos, -para los que sean católicos- y los que no, pues eso, la vuelta a la “normalidad” y los conflictos políticos que se han dejado aparcados por unos días esperando que un milagro solucione la crisis política catalana.
Para que no decaiga el fervor, los Comités de la República han estado haciendo actos mediáticos con cortes de algunas carreteras, y levantando barreras en los peajes para hacerse notar. Son los “comités” de guardia. Otros se han ido de vacaciones a Alemania y de paso, aprovechan para manifestarse y dar la nota. La mayoría, no han perdonado las vacaciones, que para eso están.
¿En qué punto se encuentra el conflicto? En el mismo que antes de las fiestas, eso sí, con un reloj que ha empezado a marcar los días que quedan para dos cosas: la elección de un nuevo candidato sin trampa y si esto no se produce, elecciones en dos meses. Situación que solo quieren unos pocos, los que pretendan sacar beneficios en las urnas, aunque las arcas, la verdad, no están para muchos dispendios.
Las diferencias entre los partidos independentistas siguen siendo muchas y variadas. Los de ERC están hasta la barretina de apoyar candidatos fallidos y piden que el próximo sea uno que no tenga cuentas pendientes con la justicia. Mientras una parte del PDeCAT está por esa labor, pero, Puigdemont quiere seguir con el circo y no renuncia a ser el candidato a sabiendas que no puede ni debe. Ni siquiera está dispuesto a renunciar a su acta, tampoco su mayordomo Comín, muy alejado ya de los republicanos que le reprochan su actitud y protagonismo.
¿Llegarán a un acuerdo? Es previsible. El problema puede estar en los votos de la CUP, que a esta no la bajan del burro y no cambia ni una coma de sus reivindicaciones. La solución, como ya se ha apuntado, está en los Comuns de Xavi Domènech que está loco por ser la llave del nuevo gobierno, sin quererse enterar de las opiniones de sus “bases”.
Ahora sí, la solución está más cerca que nunca: candidato o elecciones en dos meses. No hay más alternativas y es como las lentejas "que las tomas o las dejas".
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