A menudo escucho que las personas que viven en la calle lo hacen porque quieren, que son delincuentes o que son peligrosas. Imagino que en cualquier sector de la sociedad puede haber infractores, pero ni es exclusivo de las personas sin techo ni es mayoritario en el sector del sinhogarismo.
No conozco a nadie que haga estas afirmaciones sobre la supuesta maldad de los sintecho y que haya hablado con ellos. Hablar con ellos y ellas, pasar horas, significa saber que, por ejemplo, el señor (no pondremos nombre) trabajó sin contrato en una obra de la construcción y tras caer, quedar herido grave y pasar meses en el hospital, no tuvo derecho a paro ni a una indemnización. Cuando le dieron el alta, comenzó a vivir en la calle.
Hablar con ellos significa saber que a otro señor (del que tampoco daremos nombre) le robaron la silla de ruedas mientras dormía en la acera. Permaneció horas sentado en el suelo hasta que alguien fue a preguntarle si estaba bien.
Hablar con ellos significa no entender exactamente por qué han llegado a esta situación. Los hay jóvenes, mayores, españoles, extranjeros, hombres, mujeres, tristes, optimistas, callados, agradecidos, con drogodependencias, con enfermedades mentales, con intención de tener una habitación propia.
El resto, haber delinquido o no, tener mejor o peor salud, ir limpio o sucio, no es exclusivo de las personas en situación de calle.
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