Escuchar de nuevo en la radio a Josep Cuní es, para los que amamos el medio, una agradable sensación de libertad. En las últimas temporadas uno tenía la sensación al recorrer el dial que a los radioyentes les faltaba algo muy difícil de explicar en medio de tanto procés y demagogia política. Y ese algo era lo que yo modestamente llamo el equilibrio de la independencia.
No se trataba de discutir si la radio se hacía en catalán o en castellano, en galego o en euskera, sino en entender que el mensaje del medio llevaba un sello propio o estaba condicionado por el poder político. Aquí en Catalunya, desgraciadamente, el sesgo del control ideológico se ha notado demasiado en los últimos años y ha causado un daño irreparable en su credibilidad. Cuando a uno le han censurado duramente en un régimen tan autoritario como el franquista, esa sensación de asfixia la percibe inmediatamente.
Hoy, seguramente, no ha sido un buen día para la cuenta de explotación de Catalunya Radio y la Radio de los Godó, en tanto en cuanto que a partir de ahora les espera una durísima competencia que puede desbloquear las audiencias en las tres próximas oleadas del EGM y de paso repartir mejor las órdenes de publicidad.
La competencia siempre es sana, dicen los que van primeros. Pero estando como estamos, mucho me temo que a la frase se la va a encerrar en un cajón del despacho institucional de Bruselas, especialmente porque hasta ahora el debate ciudadano se había redirigido intencionada y machaconamente hacia "el monotema" y con ello hacia el hartazgo, un sofisma que ya nadie va a poder mantener.
Si Josep Cuní rompe ese nefasto duopolio, ganaremos todos, incluso los que ahora son primeros y segundos en el pelotón de las audiencias, que se verán obligados a abandonar un sectarismo inexplicable, que no se corresponde en nada, con el talante liberal que siempre han tenido los oyentes de la radio catalana a lo largo de la historia de la radio, que como todos sabemos comenzó en España con las emisiones de EAJ 1.
Bienvenido, pues, Josep Cuní. Cuánto siento que no aceptaras nuestra oferta de venirte a mi querida Onda Cero por esa lealtad de entonces que te honra, como sí lo hicieron Julia Otero, la inolvidable Concha García Campoy o Juan Ramón Lucas, quienes junto al gran Luis Del Olmo y otros profesionales más, le pusimos la competencia muy dura a la SER, la primera cadena de radio de España, la misma que ahora vuelve apostar muy inteligentemente por tu forma de entender la actualidad.
Así que, de corazón, buena suerte, y como le digo siempre a mis amigos, Salud y Libertad. Por lo menos, aquí tienes un fiel oyente.
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