Las personas que se dedican a la política lo hacen para servir a la sociedad. Tras llevar unos años ejerciendo esa función, el servicio se transforma en crematístico. Son hechos que se atribuyen a la condición humana.
Al cambio de criterio se le suele llamar evolución ideológica, aunque los menos correctos políticamente le llaman "permuta" de chaqueta. Ejemplos de ellos se pueden ver con demasiada frecuencia.
La coherencia de los líderes debería estar reflejada entre las teorías que dicen en sus programas electorales y discursos con la práctica que después llevan. No siempre se cumple, lo que lleva a la desconfianza de la ciudadanía.
No hace demasiado tiempo, Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, afirmaba rotundamente: "descarto apoyar al señor Rajoy o a Pedro Sánchez", "no vamos a entrar en un gobierno que no presidamos", "no vamos a firmar un pacto de legislatura", "no queremos que sigan los mismos" y "nunca lo van a hacer con nuestro apoyo". Solo dos meses después, daba su apoyo a Pedro Sánchez para que fuera presidente del gobierno. No fue posible porque Podemos no apoyó al líder socialista. Al final se tragó sus afirmaciones y apostó por Rajoy. Dice un refrán popular que "nunca digas de esta agua no beberé, ni este cura no es mi padre".
Las contradicciones de Rivera son abundantes a lo largo de su corta pero fructífera carrera. Donde dijo digo, al final dice Diego. La última, para no ir más lejos, la oferta realizada a Pablo Casado para "echar a Pedro Sánchez y a los que quieren acabar con España". El ofrecimiento se hacía en un mitin en A Coruña, feudo del PP, donde pretende arrancarle algunos miles de votos.
Con esta propuesta, Rivera da un giro a la campaña y marca un antes y un después en la formación naranja que ya inició con el pacto a tres que facilitó el cambio en la Junta de Andalucía.
Muchos se preguntarán a que se debe este cambio tan sorprendente de un partido que se decía de centro o socialdemócrata. Nada más lejos de la realidad.
La propuesta de pacto con el PP después de las elecciones del 28-A, con la excusa de echar de la Moncloa a Sánchez podría deberse a que las encuestas que maneja Rivera no son las deseadas. Otros dicen que las "fuerzas" que han de ayudar al líder de Ciudadanos a llegar al estatus actual, les ha pedido ese pacto, para que Sánchez no repita en la presidencia del Gobierno, después del "giro" dado por el líder socialista, que ha generado dudas en una parte del empresariado español, que se encuentra muy inquieto.
Lo cierto es que, hasta llegar a la fecha de los comicios, Rivera, que tiene a su partido revuelto, va a dar unos cuantos giros más. Eso sí, por la unidad de España. Como decía Francisco de Quevedo, socarrón ilustre, "La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió".
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