Los políticos que han ido ocupando la Consellería de la sanidad catalana hace ya unas cuantas legislaturas no han sido capaces de acometer las reformas necesarias para sacarla de la UCI, donde lleva tanto tiempo. Todos los responsables, cuando han ocupado el cargo, hablan de reformas, de nuevos proyectos y de realizar más inversiones que tanta falta hace.
Eso predican y los profesionales les dan un tiempo razonable de confianza, pese a tener dudas más que razonables. Pasado ese tiempo de “gracia”, la realidad les devuelve a su estado inicial: recortes económicos o un aumento tan bajo que no llega ni al 1% de las necesidades reales de la ciudadanía.
Ahora, las listas de espera para visitas al especialista o para someterse a una operación quirúrgica han aumentado más de un 7%. También, pese a las vacaciones, la visita a los médicos de cabecera se ha alargado como el chicle en la boca de los niños: más de dos semanas para ser atendidos por su médico.
Las suplencias de verano han seguido el mismo camino de veranos anteriores: no se contrata más personal, no hay dinero. Tampoco se amplían las plantillas en aquellas poblaciones turísticas donde la población en algunos casos se triplica. Los profesionales que ven aumentadas sus cargas asistenciales están que trinan, viendo cómo sus quejas caen en saco roto. La paciencia tiene un límite y este está a punto de agotarse. Se siguen cerrando camas en los hospitales, como cada año.
Las listas de espera para una primera visita al traumatólogo es de un año. En oftalmología, de 79 días a 105. Las pruebas diagnósticas han aumentado considerablemente, en algunos se han duplicado para desespero de los enfermos, que se ven impotentes, sobre todo los que no pueden pagarse un seguro privado...
Ante una situación que es insostenible, cómo es posible -como se ha hecho en algunas cosas- que no se habilite una partida extraordinaria para aliviar la situación en la que se encuentra -no es nueva- en la sanidad catalana. La salud debería ser una de las grandes prioridades de cualquier gobierno. Hay que dotar económicamente a la sanidad. Catalunya siempre había sido un referente en esta materia, hace años que dejó de serlo.
Los profesionales están lo suficientemente quemados como para prestarles la atención que se merece; son ellos los que cuidan a la ciudadanía. ¿Quién cuida pues a los cuidadores? Es la gran pregunta que se hacen ellos mismos.
No se facilitan datos del número de bajas por enfermedad de los profesionales, pero algunos dicen que son muy altas: estrés, ansiedad, depresión son, entre otras, las causas de ellas.
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