Las cosas para que se consoliden y tengan futuro necesitan de un proceso largo de maduración. Si no es así, tienen la misma vida que una flor en pleno desierto. Lo mismo sucede con aquellos partidos políticos que han conseguido en un tiempo récord tocar el cielo del poder, se han emborrachado de vanidad, prepotencia y al final se caen de la nube emborrachados de éxito, y la resaca ha dado paso al más estrepitoso de los fracasos: han pasado de la gloria al infierno en un abrir y cerrar de ojos.
El ejemplo lo tenemos en Ciudadanos, cuyo líder Albert Rivera ha tenido que presentar su dimisión y -de momento- abandonar la política ante los desastrosos resultados recogidos en las elecciones generales. Se veía venir, lo hemos dicho en más de una ocasión, lo que estaba haciendo el ya exlíder naranja no era de recibo. Con la política presidencialista que ha practicado, el partido ha quedado huérfano y casi desmontado.
Se habla ya de Inés Arrimadas, protegida de Rivera, para liderar el partido, si el congreso que se ha de celebrar en el mes de marzo así la avala. No lo va a tener fácil Arrimadas, tal y como ha quedado el partido. A la fuga de Rivera le han seguido estos días dos de sus hombres de máxima confianza: Villegas y De Páramo, que formaban parte de su guardia pretoriana, lo que deja a Inés bastante desprotegida.
La pregunta que se hacen muchos es: ¿está preparada Arrimadas para llevar las riendas del partido tal y como está la situación? La posible líder de Ciudadanos ha tenido una carrera meteórica desde su paso por el Parlamento catalán, donde ha desarrollado una buena labor, aunque no ha sabido rematarlo bien, como demuestran los últimos resultados electorales, que han sido de todo menos buenos.
De aquí al congreso, Arrimadas -pese a lo que se diga en público- no lo va a tener nada fácil. Madrid no es Barcelona y las personas que le puedan echar una mano ya no van a estar con ella. Si a eso sumamos que sus actuaciones hasta hora en el Congreso de los Diputados no han sido brillantes, lo mismo que sus declaraciones en medios de comunicación, la cosa se complica aún más. Va a necesitar mucha más ayuda de lo que se piensa. Rivera le ha dejado una patata demasiado caliente a su amiga.
Ahora va a tener la prueba de fuego con el tema de la investidura de Pedro Sánchez. ¿Seguirá con su ‘no’ a la abstención como dijera Rivera? Un buen gesto sería cambiar de opinión, para que esa responsabilidad que dicen tener con España se vea reflejada en su voto. Sería un gesto de la vuelta al centro de Ciudadanos, que tan buenos resultados le dio en su día.
Lo que ahora toca es contar realmente con un partido de centro, es bueno para la democracia. Inés Arrimadas tiene la oportunidad histórica de hacer ese cambio en su partido. Si no lo hace, Ciudadanos está condenado a desaparecer. ¿Lo hará la nueva líder? Habrá que esperar a las directrices que marque; eso sí, con el permiso de sus compañeros andaluces, que van tomando ya posiciones.
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